Entregan Medallas Milagrosas a atletas en catedral de París

La Iglesia en Francia encabezó el primer gran acto de oración en los Juegos Olímpicos de París, en la basílica catedral de San Denís. El obispo Emmanuel Gobillard, delegado vaticano para los Juegos Olímpicos, y el obispo Philippe Marsset, impulsor de 'Holy Games' desde 2020, presidieron el acto. Gobillard recordó las palabras de San Pablo para todos esos atletas: «Cuando soy débil, entonces soy fuerte, porque el poder de Cristo habita en mí».

Entregan Medallas Milagrosas a atletas

La Iglesia en Francia encabezó el primer gran acto de oración en los Juegos Olímpicos de París, el jueves 25 de julio, en la víspera de la inauguración, en la basílica catedral de San Denís, donde descansan los restos del santo mártir, que fue el primer obispo de París en el siglo III, junto con reyes de Francia. La diócesis francesa fue anfitriona de los atletas y acompañantes que quisieran recibir una bendición, una Medalla Milagrosa, y una estampa junto a la tumba del mártir.

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Emmanuel Gobillard, obispo de Digne y delegado vaticano para los Juegos Olímpicos, y Philippe Marsset, obispo auxiliar de París e impulsor de ‘Holy Games’ desde 2020, presidieron el acto. «¿Cómo no pensar en estos miles de jóvenes deportistas que dedicaron años para estos momentos y que experimentarán alegría o tristeza en poco tiempo? Muchos son creyentes, a veces sorprenden con la señal de la cruz o sus dedos levantados al cielo al empezar sus pruebas. La fe le da sentido a lo que están experimentando, a las pruebas que pasan», indicaron en las palabras de inicio.

El padre Jason, uno de los impulsores del encuentro, recordó que el velocista jamaicano Usain Bolt logró sus éxitos olímpicos al llevar una medalla de la Virgen Milagrosa, que luego se repartirían a quien las quisiera. Tras la primera media hora de celebración, se invitó a los atletas a bajar en procesión a la cripta y tumba de san Dionisio, en la primera iglesia del gótico, donde se repartió las Medallas. Gobillard animó al espíritu de equipo y recordó las palabras de San Pablo para todos esos atletas: Cuando soy débil, entonces soy fuerte, porque el poder de Cristo habita en mí.

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