EL SACRAMENTO DEL ORDEN (1ERA PARTE).

Por Juan María Gallardo.

El Orden es el sacramento del ministerio apostólico. Comprende tres grados: el episcopado, el presbiterado y el diaconado.

Presentación de Sacramento del Orden (1era parte)

a) El nombre de sacramento del Orden

La palabra Orden designaba,
– en la antigüedad romana,
– cuerpos constituidos en sentido civil,
– sobre todo el cuerpo de los que gobiernan.

Ordinatio designa la integración en un ordo.
La liturgia habla
– del ordo episcoporum,
– del ordo presbyterorum,
– del ordo diaconorum.
También reciben este nombre de ordo otros grupos:
– los catecúmenos,
– las vírgenes,
– los esposos,
– las viudas…

La integración en uno de estos cuerpos
– se hacía por un rito llamado ordinatio,
– acto religioso y litúrgico
– que era una consagración,
– una bendición o
– un sacramento.

Hoy la palabra ordinatio
– está reservada al acto sacramental
– que incorpora al orden de los obispos, de los presbíteros y de los diáconos.

La ordenación también es llamada
consecratio porque es
– un «poner a parte» y
– un «investir» por Cristo mismo
– para su Iglesia.

Constituye el signo visible de esta consagración
– la imposición de manos del obispo,
– con la oración consecratoria,

b) El sacramento del Orden en la economía de la salvación

El sacerdocio de la Antigua Alianza

El pueblo elegido fue constituido por Dios
– como un reino de sacerdotes y
– una nación consagrada (Éxodo 19,6; cf Isaías 61,6).

Pero dentro del pueblo de Israel,
– Dios escogió una de las doce tribus,
– la de Leví,
– para el servicio litúrgico (cf. Números 1,48-53).

Los sacerdotes fueron establecidos
– para anunciar la palabra de Dios
– para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.

La Iglesia ve en este sacerdocio
– prefiguraciones del ministerio ordenado de la Nueva Alianza-
– Así lo expresa la oración consecratoria de la ordenación de los obispos:

Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo…has establecido las reglas de la Iglesia: elegiste desde el principio un pueblo santo, descendiente de Abraham , y le diste reyes y sacerdotes que cuidaran del servicio de tu santuario…

– Y en la ordenación de presbíteros:

Señor, Padre Santo…en la Antigua Alianza se fueron perfeccionando a través de los signos santos los grados del sacerdocio…cuando a los sumos sacerdotes, elegidos para regir el pueblo, les diste compañeros de menor orden y dignidad, para que les ayudaran como colaboradores…multiplicaste el espíritu de Moisés, comunicándolo a los setenta varones prudentes con los cuales gobernó fácilmente un pueblo numeroso. Así también transmitiste a los hijos de Aarón la abundante plenitud otorgada a su padre.

– Y en la oración consecratoria para la ordenación de diáconos:

Dios Todopoderoso…tú haces crecer a la Iglesia…la edificas como templo de tu gloria…así estableciste que hubiera tres órdenes de ministros para tu servicio, del mismo modo que en la Antigua Alianza habías elegido a los hijos de Leví para que sirvieran al templo, y, como herencia, poseyeran una bendición eterna.

El único sacerdocio de Cristo

Todas las prefiguraciones del sacerdocio de la Antigua Alianza
– encuentran su cumplimiento en Cristo Jesús,
– único mediador entre Dios y los hombres.

Melquisedec, «sacerdote del Altísimo»
– es considerado por la Tradición cristiana como
– una prefiguración del sacerdocio de Cristo.

El sacrificio redentor de Cristo
– es único, realizado una vez por todas.
– Y se hace presente en el sacrificio eucarístico de la Iglesia.

Dos modos de participar en el único sacerdocio de Cristo

Cristo, sumo sacerdote y único mediador,
– ha hecho de la Iglesia
-un Reino de sacerdotes para su Dios y Padre.

Toda la comunidad de los creyentes es, como tal, sacerdotal.

Por los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación
– los fieles son consagrados para ser…un sacerdocio santo.

El sacerdocio ministerial o jerárquico
– de los obispos y de los presbíteros,
y el sacerdocio común
– de todos los fieles,
aunque su diferencia es esencial y no sólo en grado,
– están ordenados el uno al otro;
– ambos, en efecto, participan, cada uno a su manera,
– del único sacerdocio de Cristo.

¿En qué sentido?

Mientras el sacerdocio común de los fieles
– se realiza en el desarrollo de la gracia bautismal
– (vida de fe, de esperanza y de caridad, vida según el Espíritu),
el sacerdocio ministerial
– está al servicio del sacerdocio común,
– en orden al desarrollo de la gracia bautismal de todos los cristianos:
– es transmitido mediante un sacramento propio, el sacramento del Orden.

In persona Christi Capitis…

En el servicio eclesial del ministro ordenado
– es Cristo mismo quien está presente a su Iglesia
– como Cabeza de su cuerpo,
– Pastor de su rebaño,
– sumo sacerdote del sacrificio redentor,
– Maestro de la Verdad.

El sacerdote actúa in persona Christi Capitis:

Por el ministerio ordenado,
– especialmente por el de los obispos y los presbíteros,
– la presencia de Cristo como cabeza de la Iglesia
– se hace visible en medio de la comunidad de los creyentes.

Esta presencia de Cristo en el ministro
– no debe ser entendida
– como si éste estuviese exento
– de todas las flaquezas humanas,
– del afán de poder,
– de errores,
– es decir
– del pecado.

No todos los actos del ministro
– son garantizados de la misma manera
– por la fuerza del Espíritu Santo.

Mientras que en los sacramentos
– esta garantía es dada de modo que
– ni siquiera el pecado del ministro
– puede impedir el fruto de la gracia,

– existen muchos otros actos en que
– la condición humana del ministro
– deja huellas que no son siempre
– el signo de la fidelidad al evangelio y
– que pueden dañar por consiguiente
– a la fecundidad apostólica de la Iglesia.

Este sacerdocio es ministerial.

Esta Función, es un verdadero servicio.

Está enteramente referido a Cristo y a los hombres.

Depende totalmente de Cristo y de su sacerdocio único.
Y fue instituido en favor de los hombres y de la comunidad de la Iglesia.

El sacramento del Orden
– comunica «un poder sagrado»,
– que no es otro que el de Cristo.

El ejercicio de esta autoridad
– debe medirse según el modelo de Cristo,
– que por amor se hizo el último y
– el servidor de todos.

«En nombre de toda la Iglesia»

El sacerdocio ministerial
– actúa en nombre de toda la Iglesia
– cuando presenta a Dios la oración de la Iglesia
– y sobre todo cuando ofrece el sacrificio eucarístico.

La expresión «En nombre de toda la Iglesia»
– no quiere decir que los sacerdotes
– sean los delegados de la comunidad.

Es toda la Iglesia, cuerpo de Cristo, la que ora y se ofrece.

En este cuerpo, ministros son llamados
– ministros no sólo de Cristo,
– sino también de la Iglesia.

El sacerdocio ministerial puede representar a la Iglesia porque representa a Cristo.

EL SACRAMENTO DEL ORDEN (1ERA PARTE).

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