EL SACERDOTE Y EL MIEDO. ORACIÓN DEL VENERABLE CARDENAL PIRONIO.

Por Alejandro Antonio Zelaya.

Ariel Torrado, obispo de 9 de Julio destacaba la personalidad y figura sacerdotal del venerable siervo de Dios Eduardo Francisco Pironio en su mensaje con motivo del 25 aniversario de su partida a la Casa del Padre: «Profundamente pastor, tanto en la concepción como en el estilo del ejercicio del ministerio pastoral, sigue siendo modelo actual para vivir el sacerdocio configurándose con Cristo Buen Pastor».

En la personalidad del cardenal Pironio podemos ver también que el servicio a los sacerdotes ocupó un lugar privilegiado en su corazón. Él decía que un sacerdote es siempre «un hombre frágil que lleva a Cristo, testifica el gozo pascual de su resurrección y hace nacer de nuevo la esperanza» ( A los sacerdotes. La alegría de la fidelidad, pág. 143).

Sin duda, el venerable siervo de Dios mismo mostró sus llagas como otro Cristo también, iluminándonos a los sacerdotes con su testimonio de vida y oración sincera, real, esperanzadora. A mi humilde entender no temía mostrarse humano, débil, frágil. Por ello quisiera reflexionar sobre su llamada «oración del obispo», cuyo subtítulo suena muy interesante además: «oración del miedo» (Señor, enséñanos a orar. Claretiana 2008, pág.51 y subsiguientes):

«…También sufro, Señor, porque tengo miedo, mucho miedo, más que nunca.
Yo no sé por qué,
O mejor, sí sé por qué:
porque Tú, Señor,
adorablemente lo quieres.
Y yo lo acepto.
Pero también escucho
tu voz de amigo:
‘No tengas miedo.
No se turbe tu corazón.
Soy yo. Yo estaré contigo
hasta el final’».

Más adelante, en esta misma oración, vuelve a decirle Jesús:
«Tengo miedo, Señor, mucho miedo.
Miedo de no comprender
a mis hermanos
y decirles las palabras que necesitan.
Miedo de no saber dialogar,
de no saber elegir bien
a mis colaboradores,
de no saber organizar la diócesis,
de no saber planear,
de dejarme presionar
por un grupo o por el otro,
de no ser suficientemente firme
como corresponde a un Buen Pastor,
de no saber corregir a tiempo,
de no saber sufrir en silencio,
de preocuparme excesivamente
por las cosas al modo humano,
y entonces, estoy seguro
de que me irá mal.
Por eso, Señor,
te pido que me ayudes».

El padre Alejandro Antonio Zelaya es licenciado en Psicología y miembro del Equipo de Formación Permanente del Clero de la diócesis de Avellaneda-Lanús.

EL SACERDOTE Y EL MIEDO. ORACIÓN DEL VENERABLE CARDENAL PIRONIO.

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