EL ESPÍRITU DEL SEÑOR ESTÁ SOBRE MÍ.

Por Mario Ortega.

Lc 4,16-30. El Espíritu del Señor está sobre mí. Lunes de la semana XXII del TO

En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el Libro del Profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
-Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían:
-¿No es éste el hijo de José?
Y Jesús les dijo:
-Sin duda me recitaréis aquel refrán: «Médico, cúrate a ti mismo»: haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.
Y añadió:
Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del Profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado más que Naamán, el sirio.
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

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HOY SE CUMPLE ESTO QUE ACABÁIS DE OÍR

1. Jesús visita la ciudad que le ha visto crecer. Nazaret. Y en la sinagoga da lectura a la famosa profecía mesiánica de Isaías: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres… Al enrollar de nuevo el libro, cuando todos tenían fija su mirada en Él, proclamó solemnemente: Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír. 

2. Hoy! Ese es el adverbio temporal de Dios. Él, que es el eterno presente, no es como nosotros, que decimos tantas veces como el humorista: ¡hoy no, mañana! Estamos demasiado acostumbrados a vivir pensando demasiado, sea en el futuro que nos imaginamos mejor, sea en el pasado que consideramos muchas veces también mejor. Y nos olvidamos del presente, del hoy. Dios nos dice: Hoy se cumple esta Palabra, hoy salgo a tu encuentro, hoy te salvo y te levanto. Con Dios no hay esperas, aunque a nosotros nos corresponda vivir en la esperanza, aguardando la plenitud de la vida eterna.

3. Pero es que esta es la gran novedad de Cristo, que le hace único y diferente a cualquier otro: Se nos da hoy. Hoy siempre. Cada día, hoy. El que esperamos abrazarlo y verlo cara a cara un día en el Cielo, lo tenemos entre nosotros ya hoy.

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