DONDE DOS O TRES ESTÁN REUNIDOS EN MI NOMBRE, ALLÍ ESTOY YO EN MEDIO DE ELLOS.

Por Mario Ortega.

Mt 18,15-20. Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Miércoles semana 19 TO

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.

En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos. Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos

Parte esencial del Evangelio, que nunca podemos olvidar ni dar por descontada, es la vida fraterna, la que ha de practicar y vivir cada cristiano que se precie de serlo. Nada más lejos del Evangelio aquella horrible afirmación existencialista de Sartre cuando decía «el infierno son los otros». Es verdad que las relaciones humanas siempre traen consigo grandes dosis de sufrimiento e injusticias, pero Cristo ha venido justamente a hacernos hermanos y a proponernos un modo de vida en la que los demás sean parte de mi felicidad y yo de la de ellos, por poder compartir una misma fe, una misma esperanza y un mismo amor.

Por eso, Jesús nos habla hoy de la corrección fraterna, como algo necesario y bueno para no perder la creciente caridad entre los cristianos. Y también nos habla, en esta misma linea, de la oración común, que gana el favor de Dios: «Si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi padre que está en los cielos». Y algo más gozoso y pleno nos termina revelando Jesús: Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Aquí se explica del todo lo que hablábamos antes de la caridad fraterna: ésta existe porque Dios está en medio de su Pueblo. Qué  maravillosa es nuestra fe cristiana: nos une entre nosotros, más aún, hace que el que nos une, Jesús mismo, esté en medio de nosotros, y, de este modo, la vida con los demás nos lleva a una experiencia de cielo, no de infierno.

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