DIÁLOGO VIVO CON SAN PABLO (19).
Por Silvio Pereira.
Estimadísimo Apóstol de Dios, uno percibe cuán honda es tu preocupación por tu pueblo, el consagrado por la primera Alianza con sus promesas. Al mismo tiempo que te anoticias que esta incredulidad le ha abierto misteriosamente las puertas al mundo de los gentiles.
Y pregunto yo: ¿Es que han tropezado para quedar caídos? ¡De ningún modo! Sino que su caída ha traído la salvación a los gentiles, para llenarlos de celos. Y, si su caída ha sido una riqueza para el mundo, y su mengua, riqueza para los gentiles ¡qué no será su plenitud! Rom 11,11-12.
Tu sensibilidad introduce dos temáticas: los celos y la esperanza. El rechazo de Israel ha posibilitado a los paganos abrazar la fe en Cristo. Esta nueva situación, en la cual los judíos ya no pueden concebirse como ‘pueblo de elección’ en términos de una exclusividad absoluta, tal vez los mueva por los celos a retornar al Mesías. Tal es San Pablo tu amor por los de tu raza que consideras esta analogía con los amoríos humanos un punto de esperanza. Pero tu expectativa se funda en mucho más: si una momentánea desgracia, una caída de Israel, ha significado una riqueza de horizonte universalista, la concreta elevación de los que no eran pueblo de Dios y su ingreso en la Alianza, cuánta gracia habrá que esperar si Israel recapacita.
Les digo, pues, a ustedes, los gentiles: Por ser yo verdaderamente apóstol de los gentiles, hago honor a mi ministerio, pero es con la esperanza de despertar celos en los de mi raza y salvar a alguno de ellos. Porque si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos? Rom 11,13-15.
Por supuesto nos alientas el deseo de orar y trabajar por la conversión de Israel para que acepte al Mesías, Jesús de Nazaret, que es Cristo Señor.
Y si las primicias son santas, también la masa; y si la raíz es santa también las ramas. Que si algunas ramas fueron desgajadas, mientras tú – olivo silvestre – fuiste injertado entre ellas, hecho participe con ellas de la raíz y de la savia del olivo, no te engrías contra las ramas. Y si te engríes, sábete que no eres tú quien sostiene la raíz, sino la raíz que te sostiene. Pero dirás: Las ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado. ¡Muy bien! Por su incredulidad fueron desgajadas, mientras tú, por la fe te mantienes. ¡No te engrías!; más bien, teme. Que si Dios no perdonó a las ramas naturales, no sea que tampoco a ti te perdone. Rom 11,16-21.
Así comprendes el presente de la cuestión soteriológica y su futuro en tensión. A las ramas naturales que han sido desgajadas –Israel– se las invita a volver a insertarse en el olivo de Dios. A las ramas silvestres injertadas –la gentilidad– se las amonesta a la humildad, a ser agradecidas con el don de gracia recibido y a permanecer en fidelidad enraizadas en Cristo. Y a todas las ramas a reconocer que se sostienen y tienen vida por la raíz y por la savia que es Dios y que se comunica. Por tanto deben llevar una vida santa. Resuena claramente el eco de la Torah entera: Porque Yo, tu Dios, soy Santo; tú, pueblo mío, serás santo.
Así pues, considera la bondad y la severidad de Dios: severidad con los que cayeron, bondad contigo, si es que te mantienes en la bondad; que si no, también tú serás desgajado. Rom 11,22
Considera la bondad y la severidad de Dios. Quise apartar esta expresión tuya porque tanto bien nos hace escucharla en la actualidad eclesial. No quiero abundar ni ser tan repetitivo: enfermamos por un falso ‘buenismo’. El amor verdadero que es comprensivo y misericordioso no por ello deja de ser exigente para ayudarnos a crecer y madurar. El amor gratuito con el que Dios nos elige supone una tremenda responsabilidad: el peso ahora se desliza hacia nuestra respuesta. ¡Qué desgraciados seríamos si un tal amor divino no nos moviera a amar! ¿Cuántos son amados y sin embargo se pierden porque no han salido del amor propio? ¡Son amados pero no aman: qué tragedia! ¿Ni siquiera el amor ha podido transformarlos? Consideremos pues a la par, hermanos míos, la bondad y severidad de Dios.
En cuanto a ellos, si no se obstinan en la incredulidad, serán injertados; que poderoso es Dios para injertarlos de nuevo. Porque si tú fuiste cortado del olivo silvestre que eras por naturaleza, para ser injertado contra tu natural en un olivo cultivado, ¡con cuánta más razón ellos, según su naturaleza, serán injertados en su propio olivo! Pues no quiero que ignoren, hermanos, este misterio, no sea que presuman de sabios: el endurecimiento parcial que sobrevino a Israel durará hasta que entre la totalidad de los gentiles, y así, todo Israel será salvo, como dice la Escritura: Vendrá de Sión el Libertador; alejará de Jacob las impiedades. Y esta será mi Alianza con ellos, cuando haya borrado sus pecados. Rom 11,23-26.
No dejas de proclamar, querido Pablo, la fidelidad de Dios que no se retracta de sus promesas. Poderoso es para volver a injertarlos en su propio olivo, es decir, para que sean agregados a la Vid verdadera que es Cristo. Su endurecimiento momentáneo ha resultado en favor del ingreso de los gentiles al redil de la Salvación. Pero llegará el día en que será restablecida en plenitud por Cristo la Alianza con el pueblo de la primaria elección.
En cuanto al Evangelio, son enemigos para su bien; pero en cuanto a la elección amados en atención a sus padres. Que los dones y la vocación de Dios son irrevocables. En efecto, así ustedes fueron en otro tiempo rebeldes contra Dios, mas al presente han conseguido misericordia a causa de su rebeldía, así también, ellos al presente se han rebelado con ocasión de la misericordia otorgada a ustedes, a fin de que también ellos consigan ahora misericordia. Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos de misericordia. Rom 11,28-32.
Entonces con un sobrio tono realista, consecuencia de tu experiencia misionera, puedes afirmar que algunos de tus hermanos judíos, desde el punto de vista de la propagación del Evangelio, se comportan como enemigos y adversarios que ponen obstáculos, levantan persecuciones y rechazan tanto a la Iglesia como a su Señor. Al mismo tiempo con espíritu de fe sostienes que son y siguen siendo amados por Dios en atención a sus padres. ¡Pues los dones y la vocación de Dios son irrevocables! ¿Qué nos toca pues a los cristianos? ¿Qué se espera de la Iglesia? Que permanezca fiel al don recibido y cuide de no caer para no terminar de nuevo desgajada del olivo santo que es Cristo. Que espere y colabore con la conversión de Israel. Que contemple y se maraville por la insondable Sabiduría del plan de Dios y exulte en alabanzas jubilosas. Dejamos que tú, Apóstol San Pablo, nos testimonies cómo hacerlo:
¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! En efecto, ¿quién conoció el pensamiento de Señor? O ¿quién fue su consejero? O ¿quién le dio primero que tenga derecho a la recompensa? Porque de él, por él y para él son todas las cosas. ¡A él la gloria por los siglos! Amén. Rom 11,33-35.
El Padre Silvio Dante Pereira Carro es también autor del blog Manantial de Contemplación. Escritos espirituales y florecillas de oración personal y tiene el canal de YouTube @silviodantepereiracarro . Su perfil en Facebook es Pbro Silvio Dante Pereira Carro.
DIÁLOGO VIVO CON SAN PABLO (19).