DESTRUID ESTE TEMPLO Y EN TRES DÍAS LO LEVANTARÉ.
Por Mario Ortega.
Jn 2, 13-22. Destruid este templo y en tres días lo levantaré. 9 de noviembre. Fiesta Dedicación San Juan de Letrán.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
–«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
–«¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó:
–«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron:
–«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
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Él hablaba del templo de su cuerpo.
- En toda fiesta de la dedicación de un templo, celebramos mucho más que el día en que ese templo se terminó de construir y se dedicó a Dios. La Iglesia nos invita en esta celebración a contemplar los templos vivos, que son, en primer lugar, Jesucristo resucitado y con él también cada uno de nosotros, porque en nosotros quiere venir Él a habitar.
- Nos ayuda el Evangelio de hoy en el que Jesús, echando a los mercaderes del templo, es interrogado por los judíos, que le piden un signo de por qué obra así. Jesús les responde con una frase que ellos no van a entender, ni siquiera los apóstoles hasta el día de su resurrección: Destruid este templo y en tres días lo levantaré. Fue una frase profética que se les quedó muy grabada a todos: a sus enemigos, porque utilizaron esta afirmación de Jesús para acusarlo en su proceso ante el Sanedrín. Y también a los apóstoles, que comprendieron que se refería al templo de su cuerpo cuando a los tres días de su muerte, efectivamente Dios lo levantó resucitado.
- El templo es el lugar del encuentro con Dios. Jesús es el verdadero templo, porque en Él –Dios y hombre– se produce un encuentro vivo, inmediato, tan humano como divino, entre Dios y el hombre. Nuestra fe es viva porque tenemos un templo vivo, porque nuestro encuentro con Dios no se producirá sólo un día en el Cielo, sino que es una realidad ya aquí en la tierra. Porque el templo vivo de Dios, al entrar en nuestra alma, la convierte a su vez en templo, en morada, no sólo del Hijo, sino con el Hijo, el Padre y el Espíritu Santo.