La talla del Santo Cristo de Lepanto, que se encuentra en la catedral de Barcelona, fue restaurada recientemente y lo que se pensaba que era una pieza renacentista del siglo XVI, ahora los expertos la sitúan entre los siglos XIII y XIV, seguramente del XIII. Además, los estudios con luz ultravioleta y los análisis de la madera permitieron descubrir que en el siglo XIX se le añadió la barba y así como la sangre que brota de la herida en su costado derecho.
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El hallazgo más sorprendente de la restauración del Cristo es que no era negro sino que estaba sucio. El proceso de restauración hizo visible la antigua policromía desconocida de la talla. Ahora puede apreciarse la expresividad de la cara y el realismo de las heridas propias de la Pasión. El color negro de la imagen se debía a siglo y medio de hollín acumulado provocado por las velas. Una goma de borrar y agua destilada caliente es todo lo que han necesitado los restauradores para devolver al Cristo a su aspecto original.
A diferencia de la Moreneta, el Santo Cristo de Lepanto lucirá desde esta misma semana con su viejo aspecto. Según la tradición, la talla estuvo en la nave capitana de la batalla de Lepanto, que impidió el avance de los turcos sobre Europa. Testimonios de la época relataron hechos milagrosos obrados por la imagen del Cristo durante la batalla, entre ellos los que explicarían su característica torsión, bien para para esquivar una bala de cañón turca.
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