CORREGIRME PARA CORREGIR.

Por Mario Ortega.

Lc 6,39-42. La mota en el ojo ajeno. Viernes de la semana XXIII del TO

En aquel tiempo, ponía Jesús a sus discípulos esta comparación: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?». Un discípulo no es más que su maestro, si bien cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «hermano, déjame que te saque la mota del ojo», sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.

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CORREGIRME PARA CORREGIR

1. Jesús nos habla hoy de la paja en el ojo ajeno que nos empeñamos en sacar mientras que nosotros no vemos o no queremos ver la viga que llevamos en el nuestro. Para ver nuestro propio ojo con semejante armatoste, necesitamos un espejo o alguien que nos lo diga. No lo vemos por nosotros mismos.

2. Y Jesús nos lo está diciendo muy claro: sé humilde, reconoce tus defectos antes de juzgar los del prójimo. No nos echa en cara nuestra soberbia, sino que trata de corregirla. Sólo el humilde puede ver claro y corregir al hermano con objetividad y con amor. Es más, Jesús es para nosotros el mejor espejo en el que podemos mirarnos para arreglarnos el ojo y el corazón enfermo de juicios hipócritas. Mirar a Jesús es descubrir nuestra miseria y estar al mismo tiempo sanándola ya.

3. Su mirada deshace las vigas más aparatosas de nuestros ojos. Mirarle en la blancura de la Eucaristía, mirarle a través de la contemplación de las escenas del Evangelio. Mirar, mirar a Jesús, antes de mirar al prójimo. Para que nuestra mirada sea sana y limpia.

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