¿CÓMO ESTARÉ SEGURO DE ESO?

Por Mario Ortega.

Lc 1, 5-25. Cómo estaré seguro de eso. 3ª feria mayor de Adviento. 19 de diciembre

En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel.

Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada. Una vez que Zacarías oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Pero el ángel le dijo:

«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elias, «para convertir los corazones de los padres hacia los hijos», y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».
Zacarías replicó al ángel:

«¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada».
Respondiendo el ángel, le dijo:

«Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena noticia. Pero te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento oportuno».
El pueblo, que estaba aguardando a Zacarías, se sorprendía de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo.

Al cumplirse los días de su servicio en el templo, volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir de casa cinco meses, diciendo:

«Esto es lo que ha hecho por mí el Señor, cuando se ha fijado en mí para quitar mi oprobio ante la gente».

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¿Cómo estaré seguro de eso?

  1. Junto al pasaje de la anunciación del ángel Gabriel a María en el capítulo primero del evangelio de Lucas, aparece también la anunciación del mismo arcángel a Zacarías, padre de Juan el Bautista. Y este episodio es el Evangelio de hoy. Ambas anunciaciones son narrativamente muy parecidas. Sin embargo, las preguntas de los visitados, María y Zacarías, que también aparentemente son muy parecida, son, si nos fijamos bien, muy diferentes.
  2. María pregunta: ¿Cómo sucederá esto, si no conozco varón? y Zacarías: ¿Cómo estaré seguro de eso? Son dos preguntas que manifiestan desconocimiento ante el plan de Dios. Pero María dice Cómo sucederá, es decir, está segura de que sucederá lo que Dios quiere. Mientras que Zacarías lo que quiere es estar seguro él, con toda su buena intención, lógica además (nosotros seguramente también hubiéramos preguntado lo mismo)
  3. Ahí está precisamente la clave: Hemos de pasar del querer estar seguros nosotros, al estar seguros en Dios. Dejar de lado, ante Dios, nuestras propias seguridades para aprender a estar seguros porque sucederá como Dios dice, si aceptamos sin reserva su Plan. En esta recta final del Adviento, la Iglesia nos invita a pasar de un deseo ‘tipo Zacarías’ de querer la seguridad propia, al convencimiento por fe de María de que se cumplirá la Voluntad de Dios.

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