El custodio de Tierra Santa, Francesco Patton, presidió la celebración del Corpus Christi, en el convento de San Francisco ad Cœnaculum, más conocido como ‘cenacolino’, en Jerusalén. Reflexionó que «la Eucaristía es un don dado por Dios a su pueblo, pero en la perspectiva de la alianza la Eucaristía acogida se convierte también en un compromiso que el pueblo asume hacia su Señor».
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Suscríbase al boletín de VenL«En su sencilla y profunda piedad eucarística, san Francisco se regocija con alegría ante el misterio eucarístico. Y nos invita a alegrarnos y adorar el misterio de la humildad de Dios que se manifiesta de manera sublime en la Eucaristía. Francisco dice: ‘toda la humanidad tiembla, el universo entero tiembla y el cielo se alegra cuando Cristo, el Hijo vivo de Dios, está presente sobre el altar de la mano del sacerdote’», sostuvo Patton.
Jakab Varnai, guardián del ‘Cenacolino’, explicó que «los frailes abrieron esta capilla para acoger a grupos de peregrinos». «A lo largo del año vemos cómo la celebración de la Eucaristía influye en toda la vida de estos grupos. Vean la diferencia entre cuando un grupo entra y cuando sale. Cuando se emocionan por el recuerdo de haber estado cerca del lugar donde Jesús nos dejó este signo de su presencia. Nos dejó su presencia», ratificó.
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