El cardenal y prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, Marcello Semeraro, destacó «estudio y contemplación» en santo Tomás de Aquino, al presidir la Misa en su papel enviado especial del Papa por la celebración del 700 aniversario de la canonización del santo dominico, en la abadía de Fossanova, el martes 18 de julio, la fecha en la que fue elevado a los altares. En 1323, Juan XXII canonizaba al santo de la Orden de Predicadores en la catedral de Aviñón. Francisco va a conceder una indulgencia plenaria a quienes participen en las celebraciones por los 2 años de su jubileo.
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Suscríbase al boletín de VenLReflexionó en su homilía sobre una peculiaridad de santo Tomás de Aquino. Destacó que todo lo que estudiaba lo contemplaba constantemente «con una fe ardiente», y era por tanto, no una sabiduría que presumía de sí misma en un mero alarde intelectual, sino la profunda humildad de un maestro que no daba un paso en sus estudios sin antes escuchar al «Maestro interior», el Espíritu Santo, la luz que prepara «los corazones para recibir la doctrina de la verdad». «Estudio y contemplación, pues: no dos operaciones separadas, sino un único acto en el que convergen inteligencia y amor. Es el Itinerarium in Deum del que santo Tomás es un caso emblemático», explicó.
Semeraro aseguró que en su búsqueda constante de la contemplación de Dios el futuro Doctor de la Iglesia llegó a decir al final de sus días: «Todo lo que he escrito ahora no me parece más que paja». Enfatizó que no se trataba tanto de «agotamiento físico e incluso psicológico», al citar más bien como explicación de aquellos largos silencios del fraile dominico la respuesta de Antonin-Dalmace Sertillanges: «Cuando se logró fácilmente lo difícil, entonces se mira lo imposible, de modo que, para nosotros los hombres, el silencio es la más alta condensación de la ciencia».
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