El cardenal y prefecto emérito de la Congregación —hoy Dicasterio— para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, denunció que «se perdieron los criterios de la eclesiología católica, (…) no se dice abiertamente pero el camino tomado es el de la protestantización», tal como lo indicó en una entrevista de Riccardo Cascioli para el sitio ‘Brújula Cotidiana’, al referirse al Sínodo de la Sinodalidad que concluyó recientemente en el Vaticano, y del que él fue participe después de la designación directa del Papa Francisco.
Colabore con Verdad en Libertad
«Con este Sínodo se quiso cambiar la estructura jerárquica de la Iglesia, se toma como modelo la iglesia anglicana o protestante, pero lo que vemos es que la sinodalidad destruye la colegialidad», indicó. «Cuando el Papa llamó a los laicos cambió la naturaleza del Sínodo, que en cambio nació como expresión de la colegialidad de todos los obispos con el Papa. No es sólo el Papa quien gobierna la Iglesia, como algunos aduladores de Francisco quisieran hoy, pero los obispos locales también tienen responsabilidades con toda la Iglesia. Por este motivo Pablo VI, actuando el Concilio Vaticano II, instituyó el Sínodo», afirmó el purpurado.
Enfatizó que «se ignora el sacramento del orden, que no es sólo una función de servicio, sino una institución directa y especial de Jesucristo». «Él estableció la Iglesia con su jerarquía. Apelar al sacerdocio universal, de todos los creyentes, es en este caso una manera de negar esta estructura deseada por Cristo. Todos los fieles recibieron el Espíritu Santo, pero los obispos recibieron la consagración para gobernar y santificar la Iglesia. Si se quiere hablar con los laicos, muy bien, existen otras herramientas, por ejemplo, la Comisión Teológica Internacional. O se pueden crear otras instituciones ad hoc, no hay problema, pero el Sínodo tiene una naturaleza diferente y el Papa no puede cambiar la estructura sacramental de la Iglesia», explicó el purpurado.
Müller aseguró que «durante la plenaria, muchos obispos se sintieron decepcionados, se quejaron del bajo nivel de las intervenciones; y además no se pueden abordar cuestiones teológicas con las emociones». «Llegó un testimonio, una mujer habla de una persona cercana a ella que se suicidó porque era bisexual, y dice que el párroco la había condenado por su bisexualidad. E inmediatamente después viene la otra intervención: es la demostración de que la Iglesia debe cambiar la doctrina. Al final la culpa es de la doctrina de la Iglesia, es decir, de Dios que creó al hombre y a la mujer… Ahora los LGBT se erigen en auténticos intérpretes de la Palabra de Dios, pero transmiten una antropología perversa y falsa: no se interesan por las personas individuales, por su salvación, sino que explotan a las personas con problemas para afirmar su ideología. Quieren destruir la familia y el matrimonio», lamentó, al reiterar que el Sínodo sólo quería promover la agenda LGBT y el diaconado femenino.
Puede interesarle: Cardenal Müller: «Al formar seminaristas debemos orientarles con moral cristiana».