El cardenal y predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, precisó, al seguir a san Pablo, que «la Comunión Eucarística es siempre comunión con Dios y comunión con los hermanos», en la tercera meditación de Cuaresma que predicó en el Aula Pablo VI del Vaticano al Papa Francisco y a los miembros de la Curia, el viernes 25 de marzo, al referirse a la profunda unión que se produce entre Cristo y quien le recibe en la Comunión.
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«La Comunión Eucarística es siempre comunión con Dios y comunión con los hermanos», reflexionó el cardenal Cantalamessa, al indicar que «hay en ella una dimensión, por así decirlo, vertical y una dimensión horizontal». Sostuvo que la dimensión vertical consiste en la comunión con Cristo que establece el hecho de recibir su Cuerpo y su Sangre, y que al hacerlo «vivimos de Jesús y para Jesús», dado que «en el plano espiritual, es lo divino quien asimila lo humano a sí mismo». «No es sólo la unión de dos cuerpos, de dos mentes, de dos voluntades, sino que es la asimilación del único cuerpo, de la única mente y de la voluntad de Cristo».
El purpurado, al referirse al aspecto horizontal citado al comienzo de sus palabras, enfatizó que esta dimensión se basa en que la Comunión Eucarística es también «con el cuerpo de Cristo que es la Iglesia», esas personas «reunidas por la predicación evangélica, molidas por el ayuno y la penitencia, amasadas en agua en el bautismo y cocinadas por el fuego del Espíritu». «La preocupación por compartir lo que tenemos con los necesitados, cercanos y lejanos, debe ser parte integral de nuestra vida eucarística», aseguró, al precisar que se tiene que tener en cuenta que ese compartir «no es solo dar el propio dinero, sino también el propio tiempo».
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