Benedicto XVI precisó que «desde el primer momento, Juan Pablo II despertó un nuevo entusiasmo por Cristo y su Iglesia», en una carta por los 100 años del nacimiento de Karol Wojtyla -el 18 de mayo próximo-, enviada al cardenal Stanisław Dziwisz, que durante 40 años fue secretario personal del Papa polaco. En la misiva, con fecha 4 de mayo y escrita originalmente en alemán, reflexionó sobre la vida de san Juan Pablo II -fallecido en 2005-, su formación para el sacerdocio durante la ocupación soviética de Polonia, el Concilio Vaticano II, su llamado tras ser elegido obispo de Roma a no temer miedo y abrir las puertas a Jesús, pero en especial su gran amor por la Divina Misericordia.
«Cuando el cardenal Wojtyla fue elegido sucesor de San Pedro el 16 de octubre de 1978, la Iglesia estaba en una situación desesperada. Las deliberaciones del Concilio se presentaban al público como una disputa sobre la fe misma, lo que parecía privarla de su certeza indudable e inviolable», reflexionó. «Una tarea que superaba las fuerzas humanas esperaba al nuevo papa. Sin embargo, desde el primer momento, Juan Pablo II despertó un nuevo entusiasmo por Cristo y su Iglesia. Primero lo hizo con el grito del sermón al comienzo de su pontificado: ‘¡No tengan miedo! ¡Abran, sí, abran de par en par las puertas a Cristo!’. Este tono finalmente determinó todo su pontificado y lo convirtió en un renovado liberador de la Iglesia», aseguró el Papa emérito. «A lo largo de su vida, el Papa buscó apropiarse subjetivamente del centro objetivo de la fe cristiana, que es la doctrina de la salvación, y ayudar a otros a apropiarse de ella», destacó.
Además, sostuvo que «es indiscutible que la fe del Papa fue un elemento esencial en el derrumbe del poder comunista». «Así que la grandeza evidente en León I y Gregorio I es ciertamente visible también en Juan Pablo II. Dejamos abierto si el epíteto ‘magno’ prevalecerá o no. Es cierto que el poder y la bondad de Dios se hicieron visibles para todos nosotros en Juan Pablo II. En un momento en que la Iglesia sufre una vez más la aflicción del mal, este es para nosotros un signo de esperanza y confianza», afirmó. Benedicto XVI tuvo una relación estrecha con san Juan Pablo II, dado que fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe entre 1981 y 2005, como cardenal Joseph Ratzinger.