El arzobispo de Puerto Príncipe y presidente de la Conferencia Episcopal de Haití, Max Leroy Mésidor, aseveró que «las bandas entran incluso en las iglesias para secuestrar a la gente», al referirse a la situación de la Iglesia en el país caribeño, donde la vida pastoral se ve gravemente afectada por la violencia y los constantes secuestros. El domingo 3 de marzo, el gobierno de Haití declaró el estado de emergencia por 72 horas, después de que grupos armados asaltaron la prisión nacional de Puerto Príncipe.
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«En 2021 fueron secuestrados los primeros sacerdotes y religiosos. En este año, 2024, fueron 6 religiosas en enero, 6 religiosos y un sacerdote en febrero y otro sacerdote el 1 de marzo. Los 6 religiosos siguen todavía en manos de sus captores. La Iglesia no va a dejar solos a nuestros hermanos», sostuvo el prelado, quien además indicó que se ve afectada su labor pastoral por la situación. «Se ve muy perjudicada, especialmente, en Puerto Príncipe. No puedo visitar dos tercios de mi diócesis porque el acceso a ellos está bloqueado, y para llegar al sur de la diócesis, tengo que tomar un avión», aseguró.
Explicó que hace 2 años que no va a la catedral. «Una vez, estando en mi despacho, hubo muchos disparos y tuve que esperar 4 horas antes de poder salir a celebrar la Misa. Las balas impactaron en la ventana de mi oficina. La última celebración que he podido hacer en la catedral fue la misa crismal. Se llenó con 150 sacerdotes, muchos religiosos y fieles. Pero desde el Agnus Dei hasta el fin de la celebración oíamos disparos justo al lado. Podíamos ver el humo elevarse muy cerca de nosotros. Desde entonces no he podido volver a la catedral ni al arzobispado», lamentó Mésidor.
«Todo el mundo tiene miedo, incluidos los religiosos. En cuanto sales a la calle en Puerto Príncipe, corres peligro, y el seminario está en un barrio donde hay muchos tiroteos y enfrentamientos. Las bandas entran incluso en las iglesias para secuestrar a la gente, y hay parroquias cerradas porque los sacerdotes han tenido que marcharse. La semana pasada, un párroco tuvo que marcharse con sus feligreses: ¡caminaron durante 15 horas!», recordó el prelado.
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