AMAD A NUESTROS ENEMIGOS.

Por Mario Ortega.

Lc 6,27-38. Amad a vuestros enemigos. Jueves de la semana XXIII del TO

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

–A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores con intención de cobrárselo.

¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada: tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis la usarán con vosotros.

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LO QUE NO TE PIDE EL CUERPO, PERO SÍ JESÚS

  1. Amad a vuestros enemigos. Este mandamiento de Jesús a sus discípulos supone la característica más importante del cristiano, lo que lo diferencia de las demás religiones. También es una superación de lo que nuestra naturaleza herida por el pecado nos pediría hacer, que es odiar al enemigo, o al menos no quererle. El cuerpo nos pide pagar con la misma moneda a quien nos hace mal, pero Jesús nos pide otra cosa.
  2. Nos lo pide de palabra y nos lo enseña con su propio ejemplo. Él fue el primero en amar a sus enemigos, que le llevaron a la cruz. El primero en amarnos a los que le hemos ofendido con el pecado. El primero en poner la otra mejilla, en prestar sin esperar nada. Si no nos lo hubiera demostrado con el ejemplo de su vida, sus palabras nos parecerían imposibles de cumplir. Perdonar y amar al enemigo… Pensemos en alguien que nos ha ofendido gravemente… A esa persona también la tenemos que llegar a amar. Quizás después de mucha lucha interior, puesto que estamos heridos.
  3. Pero si el Señor nos manda amar a todos y Él nos lo muestra en primer lugar, eso significa que también nos dará la gracia y la fuerza para ello. Él nos quiere felices y sólo el amor sin condiciones y sin excepciones es el que nos proporciona esa paz y felicidad que anhelamos.

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