ABBA VIENTO.
Por Silvio Pereira.
Era otoño.
Abba Viento se encontraba serenamente entretenido
observando una hoja reseca y pobrecita
que navegaba dando volteretas y dibujando figuras
imposibles de pronosticar
según el mandato que recibía del viento.
-Abba, ¿qué miras?
Y le respondió a su discípulo:
-Espero estar viéndote a ti en el futuro.
Porque ya lo dijo el Señor y Maestro:
«El viento sopla donde quiere,
tú oyes su voz pero no sabes
de dónde viene ni a dónde va.
Así es todo el que ha nacido del Espíritu.»
La vida contemplativa es andar en el Viento. Toda la honda purificación amorosa que el Padre ha querido para nosotros en la Cruz de Cristo nos ha posibilitado ser libres; ser libres para vivir en el Espíritu. ¿Acaso no es justamente esto llevar una Vida Nueva, una vida resucitada? Ser libres para recibir la Unción del Don que viene de lo alto. Pentecostés.
En verdad solo cuando se han perdido todas las cosas, cuando la Unión se ha vuelto madura y estable condición de vida, el alma se encuentra disponible con sencillez, cimentada en humildad, abierta a cuanto Dios quiera y le solicite. Pues el contemplativo ya solo quiere lo que Dios quiere, se encuentra en sintonía con los gemidos inefables del Espíritu. Sólo después de morirse en Él se puede renacer en Él. Ha florecido la Pascua. Es Pentecostés. Tiempo de permanecer celebrando la inhabitación de Él en nosotros como de nosotros en Él que aguarda consumación en Gloria.
Y el Espíritu Santo que viene cual viento del desierto, sorpresivo e inesperado, envolvente y sin dejar flanco por cubrir, ¡es tan capaz de transformarlo todo! «La mano del Señor se posó sobre mí y me sacó…», sería la expresión profética. Tú no sabes de dónde viene ni a dónde va, ni cómo te saca y te pone, ¿pero qué importa eso? ¡Es gozo lo que te invade cuando el Espíritu irrumpe, es júbilo lo que te gana cuando te transporta! No hay atisbo de tristeza en este desapego, no hay queja alguna en esta humilde pobreza santa, sino dicha y plenitud de ser quien estás llamado a ser: alguien que simplemente planea en el Viento.
¡Extiende pues tus alas! Ya no te limites a vuelos cortos y rastreros, nunca demasiado lejanos de la superficie y de sus mediocridades. Asciende. Desde lo hondo del alma un delicado toque, una caricia casi imperceptible te avisa de la omnipotencia del Amor que te habita y excede. Elévate. Porque con finísimo y delicado aroma se esparce el Espíritu impregnándolo todo en tu interior, bálsamo untuoso que da Vida. Se esparce su Unción manando desde la profundidad más escondida de ti. Extiende tus alas. Tu voluntad, inteligencia y memoria ya purgadas y entrenadas a recibir su venida, pueden desplegarse ya en toda su donada envergadura. Se arremolina tan suave y poderoso el Viento. Deja entonces que impacte enteramente en ti y te levante el Espíritu Santo Paráclito. Extiende tus alas.
La vida contemplativa es andar en el Viento. Un renovado y perenne Pentecostés.
ABBA VIENTO. Por Silvio Pereira.
El Padre Silvio Dante Pereira Carro es también autor del blog Manantial de Contemplación. Escritos espirituales y florecillas de oración personal.