ID AL MUNDO ENTERO Y PROCLAMAD EL EVANGELIO.
Por Mario Ortega.
Mc 16, 15-18. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio. 25 Enero Conversión San Pablo
En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
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Id al mundo entero y proclamad el Evangelio
- Id al mundo entero y proclamad el Evangelio. Este es el mandato misionero de Jesús y hoy celebramos la conversión del Apóstol San Pablo. Jesús eligió a San Pablo para esta misión de proclamar el Evangelio. No lo eligió por los méritos de este hombre que era perseguidor de los cristianos. Por eso, San Pablo supo muy bien desde que Cristo lo derribó, camino de Damasco, que todo es gracia de Dios. Cristo es puro don, regalo inmerecido e inmenso.
- Pablo comprendió —he aquí la verdadera conversión— que Jesús le amaba personalmente. Que había dado su vida por su salvación y que ahora lo llamaba a unirse a Él para colaborar en la Iglesia en la misión de llevar el Evangelio a todo el mundo. De esa experiencia que cambió completamente su vida, tenemos el San Pablo místico y apóstol. Místico porque en adelante vive él, pero no ya él, sino Cristo en él. Apóstol porque sentía la urgencia imperiosa de dar a conocer a Cristo a todo el mundo. ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!
- Id por todo el mundo y predicad el Evangelio. Esta Palabra de Jesús se encarnó verdaderamente en la vida de San Pablo: Cuántos kilómetros recorridos para anunciar el Evangelio, cuántas penalidades, cuantas predicaciones, cuántas persecuciones, cuántas personas transformadas por su ejemplo, cuánto amor, constancia, entrega de la vida hasta el final, hasta el martirio. Demos gracias a Dios por el Evangelio vivido y predicado por San Pablo y pidámosle que, como él, también nosotros nos convirtamos cada día.