AL ENTERARSE DE LAS COSAS QUE HACÍA ACUDÍA A ÉL MUCHA GENTE.
Por Mario Ortega.
Mc 3, 7-12. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía a Él mucha gente. Jueves semana 2 TO
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón.
Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Los espíritus inmundos, cuando lo veían, se postraban ante él y gritaban:
«Tú eres el Hijo de Dios.»
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.
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Al enterarse de las cosas que hacía, acudía a Él mucha gente
- Cualquier día de la vida pública de Jesús era realmente intenso y fascinante. Cada vez eran más las personas que al enterarse de las cosas que hacía, acudían a Él. Al enterarse. He aquí la cuestión. Nos tenemos que enterar del paso de Jesús por nuestra vida, de su poder infinito y de su infinita misericordia. Porque el problema es que tantas veces no nos enteramos, mucha gente, demasiada, no se entera de nada de Jesús. Llenos de tareas, de preocupaciones, vamos completamente distraídos y no nos enteramos de que Jesús pasa a nuestro lado continuamente y que Él es mi Salvador, el sentido de mi vida.
- Cuando uno ‘se entera de esto’, se da cuenta, cae del guindo, e inspirado por el Espíritu Santo, se detiene y descubre la presencia de Jesucristo en su vida, se abraza a Él. Escucha la llamada amorosa y personal de Jesús, de manera que se sigue cumpliendo el Evangelio de hoy:al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente a Él. Porque a Jesucristo es imposible conocerle y no amarle, amarle y no seguirle.
- Señor, haz que me entere de quién eres y de lo que haces. Porque, aunque lo sé, a veces no me entero mucho, me distraigo y otras cosas captan mi atención y enfrían mi corazón. Que el mundo se entere de tu presencia y salga de la esclavitud de la idolatría, de los vicios, del sinsentido y del materialismo. Que, al enterarnos de las cosas que sigues haciendo, acudamos cada día a ti.