SE ACERCÓ, LA COGIÓ DE LA MANO Y LA LEVANTÓ.

Por Mario Ortega.

Mc 1, 29-39. Se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Miércoles de la semana I del TO

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.

Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron: 

«Todo el mundo te busca».

Él les responde:

«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»

Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

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Se acercó, la cogió de la mano y la levantó

  1. Después del relato de la curación del endemoniado de Cafarnaún y antes de decirnos que Jesús siguió obrando grandes curaciones allá por donde iba, San Marcos nos relata muy brevemente, casi de pasada, el milagro de la curación de la suegra de Pedro. Es un milagro hecho en casa, en familia, un milagro menor, podríamos decir, comparado con la resurrección de Lázaro o la multiplicación de los panes, por ejemplo. Consistió en curar la fiebre de esta mujer, sin duda, conocida ya de Jesús, puesto que se alojaba en casa de Pedro cada vez que iba a Cafarnaún.
  2. ¿Qué nos muestra este evangelio? Que Jesús no sólo obra grandes milagros – aunque no se puede decir que haya milagros pequeños… Tampoco los obra siempre con personas desconocidas o lejanas… Sino que Jesús obra milagros siempre entre los suyos, entre los más cercanos. Nos trata y nos cura siempre con cariño. Vemos este cariño en este episodio: Se acercó a la suegra de Pedro, a donde estaba postrada, la cogió de la mano y la levantó. Coger la mano de Jesús supone siempre un milagro para nosotros, porque nos levanta y nos da fuerzas; cosa que no podríamos por nosotros mismos.
  3. El milagro de estar con Jesús, la gracia de vivir en su presencia, en su compañía. El médico en casa siempre. El Maestro, el Salvador, mi Dios y Señor siempre conmigo… Mi respuesta, entonces, ha de ser también la de la suegra de Pedro curada: “Se le pasó la fiebre… y se puso a servirles.

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