LA ORACION EN EL CATECISMO (NOVENO PROGRAMA).
Por Juan María Gallardo.
La Iglesia invita a los fieles a
una oración regulada:
-oraciones diarias,
-Liturgia de las Horas,
-Eucaristía dominical,
-fiestas del año litúrgico.
Presentación de la oración en el Catecismo (Noveno programa)
La tradición cristiana contiene tres
importantes expresiones de la vida
de oración:
-la oración vocal,
-la meditación y
-la oración contemplativa.
Las tres tienen en común
el recogimiento del corazón.
La oración vocal, fundada en la unión
del cuerpo con el espíritu en la naturaleza
humana, asocia el cuerpo a la oración
interior del corazón a ejemplo de
Cristo que ora a su Padre y
enseña el Padrenuestro
a sus discípulos.
La meditación es una búsqueda
orante, que hace intervenir
-al pensamiento,
-la imaginación,
-la emoción,
-el deseo.
Tiene por objeto la apropiación creyente
de la realidad considerada, que es
confrontada con la realidad
de nuestra vida.
La oración contemplativa es la
expresión sencilla del misterio
de la oración.
-Es una mirada de fe, fijada en Jesús,
-una escucha de la Palabra de Dios,
-un silencioso amor.
Realiza la unión con la oración de
Cristo en la medida en que nos
hace participar de su misterio.
Artículo 2: El combate de la oración
La oración es un don de la gracia y
una respuesta decidida
por nuestra parte.
Supone siempre un esfuerzo.
Los grandes orantes de la Antigua
Alianza antes de Cristo, así como
la Madre de Dios y los santos con
El nos enseñan que la oración
es un combate.
¿Contra quién?
Contra nosotros mismos y contra
las astucias del Tentador que hace
todo lo posible por separar al
hombre de la oración, de la
unión con su Dios.
Se ora como se vive, porque se
vive como se ora.
El que no quiere actuar habitualmente
según el Espíritu de Cristo, tampoco
podrá orar habitualmente
en su Nombre.
El ‘combate espiritual’ de la vida
nueva del cristiano es inseparable
del combate de la oración.
I. Las objeciones a la oración
En el combate de la oración, tenemos
que hacer frente en nosotros mismos
y en torno a nosotros a conceptos
erróneos sobre la oración.
Unos ven en ella una simple operación
psicológica, otros un esfuerzo de
concentración para llegar a
un vacío mental.
Otros la reducen a actitudes
y palabras rituales.
En el inconsciente de muchos cristianos,
orar es una ocupación incompatible
con todo lo que tienen que hacer:
no tienen tiempo.
Hay quienes buscan a Dios por medio de
la oración, pero se desalientan pronto
porque ignoran que la oración viene
también del Espíritu Santo
y no solamente de ellos.
También tenemos que hacer frente a
mentalidades de ‘este mundo’ que
nos invaden si no estamos vigilantes.
Por ejemplo: lo verdadero sería sólo
aquello que se puede verificar por la
razón y la ciencia (ahora bien, orar es
un misterio que desborda nuestra
conciencia y nuestro inconsciente);
es valioso aquello que produce y da
rendimiento (luego, la oración es inútil,
pues es improductiva);
el sensualismo y el confort adoptados
como criterios de verdad, de bien y de
belleza (y he aquí que la oración es
‘amor de la Belleza absoluta’
(philocalia), y sólo se deja
cautivar por la gloria del
Dios vivo y verdadero);
y por reacción contra el activismo,
se da otra mentalidad según la
cual la oración es vista como
posibilidad de huir de este mundo
(pero la oración cristiana no puede
escaparse de la historia ni
divorciarse de la vida).
Por último, en este combate hay que
hacer frente a lo que es sentido como
fracasos en la oración:
-desaliento ante la sequedad,
-tristeza de no entregarnos totalmente al
Señor, porque tenemos ‘muchos bienes’
(cf Mc 10, 22),
-decepción por no ser escuchados según
nuestra propia voluntad, herida de
nuestro orgullo que se endurece en
nuestra indignidad de pecadores,
-alergia a la gratuidad de la oración…
La conclusión es siempre la misma:
¿Para qué orar?
Es necesario luchar con
-humildad,
-confianza y
-perseverancia,
si se quieren vencer
estos obstáculos.
LA ORACION EN EL CATECISMO (NOVENO PROGRAMA).