LA ORACION EN EL CATECISMO (OCTAVO PROGRAMA).

Por Juan María Gallardo.

Capítulo tercero: la vida de oración

La oración es
la vida del corazón nuevo.

Debe animarnos en todo momento.

Nosotros, sin embargo, olvidamos
al que es nuestra Vida
y nuestro Todo.

Presentación de la oración en el Catecismo (Octavo programa)

Por eso, los Padres espirituales, en la
tradición del Deuteronomio y de los
profetas, insisten en la oración como
-un «recuerdo de Dios»,
-un frecuente despertar
la «memoria del corazón»:

San Gregorio Nacianceno,
or. theol. 1, 4:

«Es necesario acordarse de Dios más
a menudo que de respirar».

Pero no se puede orar «en todo tiempo»
si no se ora, con particular dedicación,
en algunos momentos:

son los tiempos fuertes de
la oración cristiana,
-en intensidad y
-en duración.

La Tradición de la Iglesia propone a los
fieles unos ritmos de oración destinados
a alimentar la oración continua.

Algunos son diarios:
-la oración de la mañana y
-la de la tarde,
-antes y después de comer,
-la Liturgia de las Horas.

El domingo, centrado en la Eucaristía,
se santifica principalmente por medio
de la oración.

El ciclo del año litúrgico y sus grandes
fiestas son los ritmos fundamentales
de la vida de oración de los cristianos.

El Señor conduce a cada persona por
los caminos de la vida y de la manera
que él quiere.

Cada fiel, a su vez, le responde según
la determinación de su corazón y las
expresiones personales
de su oración.

No obstante, la tradición cristiana
ha conservado tres expresiones
principales de la vida de oración:
1.- la oración vocal,
2.- la meditación, y
3.- la oración de contemplación.

Tienen en común
un rasgo fundamental:
el recogimiento del corazón.

Esta actitud vigilante para conservar
la Palabra y permanecer en presencia
de Dios hace de estas tres expresiones
tiempos fuertes de la vida de oración.

Artículo 1: Las expresiones de la oración 

I.- La oración vocal 

Por medio de su Palabra,
Dios habla al hombre.

Por medio de palabras, mentales
o vocales, nuestra oración
toma cuerpo.

Pero lo más importante es la
presencia del corazón ante
Aquél a quien hablamos
en la oración.

San Juan Crisóstomo (ecl. 2):
«Que nuestra oración se oiga
no depende de la cantidad de
palabras, sino del fervor
de nuestras almas»

La oración vocal es un elemento
indispensable de la vida cristiana.

A los discípulos, atraídos por la
oración silenciosa de su Maestro,
éste les enseña una oración vocal:
el «Padrenuestro».

Jesús no solamente ha rezado las
oraciones litúrgicas de la sinagoga;
los Evangelios nos lo presentan
elevando la voz para expresar
su oración personal, desde
-la bendición exultante del Padre
(cf Mt 11, 25-26), hasta
-la agonía de Getsemaní
(cf Mc 14, 36).

Esta necesidad de asociar los sentidos
a la oración interior responde a una
exigencia de nuestra naturaleza humana.

Somos cuerpo y espíritu, y
experimentamos la necesidad
de traducir exteriormente
nuestros sentimientos.

Es necesario rezar con todo nuestro
ser para dar a nuestra súplica
todo el poder posible.

Esta necesidad responde también
a una exigencia divina.

Dios busca adoradores en espíritu
y en verdad, y, por consiguiente,
la oración que sube viva desde
las profundidades del alma.

También reclama una expresión
exterior que asocia el cuerpo a la
oración interior, esta expresión
corporal es signo del homenaje
perfecto al que Dios tiene derecho.

La oración vocal es la oración por
excelencia de las multitudes por ser
exterior y tan plenamente humana.

Pero incluso la más interior de las
oraciones no podría prescindir de
la oración vocal.

La oración se hace interior en la
medida en que tomamos conciencia
de Aquél «a quien hablamos»
(Santa Teresa de Jesús,
cam. 26).

Entonces la oración vocal se
convierte en una primera
forma de oración
contemplativa.

LA ORACION EN EL CATECISMO (OCTAVO PROGRAMA).

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí