DEJA LAS NOVENTA Y NUEVO Y VA EN BUSCA DE LA PERDIDA.
Por Mario Ortega.
Mt 18, 12-14. Deja las noventa y nueve y va en busca de la perdida. Martes 2 sem Adviento
En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– ¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en los montes y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños.
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Deja las noventa y nueve y va en busca de la perdida
- En los pocos versículos del Evangelio de hoy, Jesús nos pone la parábola del pastor con cien ovejas que pierde una y no le importa dejar las otras noventa y nueve a salvo, para lanzarse en búsqueda de la que se ha extraviado. Me gusta referirme a este pasaje como el del Credo de Dios. Sí, el credo de Dios. Nuestro credo comienza así: creo en un solo Dios. Y el de Dios comienza: creo en una sola oveja, la quiero como si fuera la única, confío en ella, la busco cuando se pierde y me alegro al encontrarla.
- En nuestro credo, afirmamos la unidad de Dios aunque después confesemos la distinción de Personas divinas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios, en su credo, lo mismo: lo primero es afirmar la unicidad y singularidad de cada uno de nosotros, y después claro que nos habla de toda la familia, de todo el rebaño, de las otras noventa y nueve ovejas. Pero la verdad de Dios es que sólo sabe contar hasta uno. No tiene cien ovejas, sino una más una más una… así hasta cien… hasta los 7000 millones de personas que somos en el mundo actualmente, más los que nos precedieron y nos sucederán.
- Nuestro credo nos ayuda a apuntar a un solo Dios y no perdernos entre muchos dioses, no sólo como las religiones politeístas antiguas, sino como las igualmente politeístas religiones ateas de ahora, con sus diosecillos dinero, fama, sexo… El credo de Dios, su decir, creo en una sola oveja, que somos cada uno de nosotros, nos ayuda a no perdernos en el sinsentido, ni en la tristeza ante el fracaso, la falta de autoestima o las comparaciones con las demás ovejas… Creo en un solo Dios. Y Dios contesta: creo en una sola oveja, que eres tú.