DIOS HARÁ JUSTICIA A SUS ELEGIDOS QUE LE GRITAN.
Por Mario Ortega.
Lc 18, 1-8. Dios hará justicia a sus elegidos que le gritan. Sábado semana 32 del TO
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:
-Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: «Hazme justicia frente a mi adversario»; por algún tiempo se negó, pero después se dijo: «Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara».
Y el Señor respondió:
-Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche? ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?
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Pedir hasta ser muy pesados
- El Señor nos vuelve a poner otra parábola sobre la insistencia que hemos de mostrar en la oración de petición: la de la viuda que acude constantemente al juez para pedirle justicia frente a su adversario. El juez, nos dice la parábola, es injusto, ni temía a Dios ni le importaban los hombres. Pero se rinde ante la insistencia de esta mujer, pensando en sus propios intereses de no ser molestado más. Nos recuerda mucho a esa otra parábola del amigo importuno que le pide pan a su amigo ya está durmiendo… ocurre lo mismo, termina levantándose para que le deje en paz.
- Está claro que Dios quiere que le insistamos tanto en pedirle sus gracias, que tenemos que llegarnos a sentir muy pesados en ello. ¡Es que le estoy siempre pidiendo al Señor lo mismo! Pues muy bien. ¡Es que se va a cansar de mí!- ¡No!, aquí están estas parábolas que nos demuestran que no se cansa. Todo lo contrario, se alegra. ¡Es que soy muy pesado o pesada! Perfecto. Buena oración la del muy pesado. Dios no nos concederá lo que pedimos por quedarse Él en paz, sino por dejarnos a nosotros en paz, con paz.
- Hemos de pedir sin desanimarnos, nos dice el Evangelio hoy. Sin desfallecer, sin tirar la toalla. Precisamente porque esa insistencia, significa confianza, fe, perseverancia, humildad (la soberbia es impaciente y se cansa). La humildad es virtud del perseverante y la perseverancia nos lleva a la humildad, a una mayor fe… La viuda del Evangelio así lo demostró… Pero, termina el Evangelio de hoy con esta duda que manifiesta Jesús: Cuando venga el Hijo del hombre ¿encontrará esta fe en la tierra?