SOMOS UNOS POBRES SIERVOS, HEMOS HECHO LO QUE TENÍAMOS QUE HACER.
Por Mario Ortega.
Lc 17, 7-10. Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer. Martes sem 32 TO
En aquel tiempo, dijo el Señor:
Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: «Enseguida, ven y ponte a la mesa?»
¿No le diréis: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo; y después comerás y beberás tú?» ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid:
«Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.»
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Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.
- Jesús nos trae hoy la imagen del siervo, del criado, que cuando su señor vuelve a casa, no espera ser servido él el primero, sino cumplir con su obligación del servir al señor. Jesús nos dice que somos siervos de Dios y que nuestro trabajo no es ni más ni menos que lo que hemos de hacer. Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: ‘Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer’.
- Esto es lo que somos. Y es lo más grande que podemos ser: ser siervos de Dios. La Virgen María así se define: Soy la Sierva del Señor. Hágase en mí según su Palabra. Cuando nos reconocemos, como María, siervos de Dios, dispuestos a cumplir siempre lo que nos mande, su Voluntad, es entonces cuando reconoceremos toda nuestra grandeza. Somos siervos sí, pero no un siervo desconocido para el amo, un siervo a sueldo. Sino un hijo de Dios, un amigo del Hijo único de Dios, que nos dice: ya no os llamo siervos, sino amigos. Somos siervos que Dios trata como hijos, porque lo somos. Y somos siervos amigos de Jesucristo, el mayor de todos los siervos.
- Siervos hijos de Dios, siervos amigos de Jesús. Esta es la gloriosa servidumbre que nos define, que nos pone en una relación filial y de amistad con el mismo Señor.