AUMÉNTANOS LA FE.
Por Mario Ortega.
Lc 17, 1-6. Auméntanos la fe. Lunes semana XXXII TO
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
-Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: «lo siento», lo perdonarás.
Los apóstoles le pidieron al Señor:
-Auméntanos la fe.
El Señor contestó:
-Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería.
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Auméntanos la fe
- Si tuviéramos que definir a los apóstoles con cuatro o cinco adjetivos, uno de ellos bien puede ser el de temerosos. Efectivamente, cuántas veces los vemos asustados. Por diversos motivos: porque temen por su vida ―por ejemplo, en la tempestad del lago―, porque no saben cómo salir ante una dificultad ―por ejemplo, sólo dos panes y cinco peces para alimentar a la multitud― o también porque van descubriendo lo exigente que es el amor, como por ejemplo hoy, que Jesús les dice: Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: «lo siento», lo perdonarás.
- Ellos se ven débiles e impotentes, asustados por su propia debilidad, incapaces de seguir al Señor con sus propias fuerzas, de perdonar siempre… Por eso, su petición hoy al Señor es clara, concisa y directa. Les sale de un corazón muy necesitado: Señor, auméntanos la fe. Cuánto le gusta a Dios que le pidamos más fe. Porque nos mostramos humildes ante Él, porque no dejamos que la dificultad o el miedo nos aplasten, sino que acudimos a Dios Omnipotente y misericordioso como niños, porque descubrimos que la fe en Él es el agarradero para poder escalar las cimas del Evangelio.
- La fe es la fuerza de los débiles humildes. Todos somos débiles, pero ese no es el problema, sino que lo malo es que no acudamos a Dios en nuestra debilidad, que permanezcamos soberbiamente asustados. Los apóstoles hoy nos muestran el camino: Señor, auméntanos la fe.