Francisco invitó a «hacer de nuestra vida un camino de santidad», antes del Ángelus, en la Solemnidad de Todos los Santos, el viernes 1 de noviembre. Recordó que una vida santa, que sigue las Bienaventuranzas, es un «don de Dios», pero exige también «nuestra respuesta» a sus designios «y a sus buenas inspiraciones».
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El Papa exhortó a que miremos a los santos «plasmados por las bienaventuranzas, personas ‘llenas de Dios’, incapaces de permanecer indiferentes ante las necesidades del prójimo, testigos de caminos luminosos, posibles también para nosotros». Animó a practicar «las bienaventuranzas del Evangelio en los ambientes» en los que vivimos.
«¿Pido a Dios, en la oración, el don de una vida santa? ¿Me dejo guiar por los buenos impulsos que su Espíritu suscita en mí? ¿Y me comprometo personalmente a practicar las Bienaventuranzas del Evangelio, en los ambientes en los que vivo?», cuestionó, al solicitar que en la oración pidamos a María, Reina de todos los Santos, que «nos ayude a hacer de nuestra vida un camino de santidad».
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