CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS.

Por Juan María Gallardo.

Fiesta: 2 de noviembre.

Ayer recordábamos la fiesta de todos los Santos, los que ya gozan del Señor. Hoy recordamos a los que se purifican en el purgatorio, antes de su entrada en la gloria. Bienaventurados los que mueren en el Señor, nos recuerda el Apocalipsis. Y añade: Nada manchado puede entrar en el cielo.

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El purgatorio es la mansión temporal de los que murieron en gracia, hasta purificarse totalmente. Es el noviciado de la visión de Dios, dice el P. Fáber. Es el lugar donde se pulen las piedras de la Jerusalén celestial. Es el lazareto en que el pasajero contaminado se detiene ante el puerto, para poder curarse y entrar en la patria.

Pero en el purgatorio hay alegría. Y hay alegría, porque hay esperanza. Del lado que caiga el árbol, así quedará para siempre, dice un sabio refrán. Y en el purgatorio sólo están los salvados. En la puerta del infierno escribió Dante: «Dejad toda esperanza los que entráis». En la del purgatorio vio Santa Francisca Romana: «Esta es la mansión de la esperanza».

CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS.

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