EL SIGNO DE JONÁS.
Por Mario Ortega.
Lc 11, 29-32. El signo de Jonás. Lunes de la semana XXVIII del TO
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús y él se puso a decirles:
-Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del Hombre para esta generación.
Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Cuando sea juzgada esa generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.
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El signo de Jonás
- La gente le pedía a Jesús un signo extraordinario por el que mostrara a todos, también a sus adversarios, que era el Mesías, el Hijo de Dios. Sin embargo, sabemos que Jesús no actúa así, mostrando un poder –por decirlo así– arrollador. Quiere ser acogido por la fe y por el amor. Por la confianza en sus palabras y en la entrega de su vida.
- Por eso, responde hoy a todos los que le pedían un signo: A esta generación perversa no se le dará más signo que el signo de Jonás. Ojo, nos advierte de la perversidad que se adueña de la humanidad, cuando ésta permanece cerrada a Dios y obra contra él y contra la naturaleza del hombre y de la creación… Es una generación que se parece, pues, a aquella ciudad de Nínive, completamente corrompida, a la que Jonás fue enviado por Dios como profeta. Jonás no tenía más armas que la Palabra de Dios. Pese a su resistencia personal, finalmente predicó esta Palabra y sorprendentemente Nínive se convirtió a Dios. Éste es el signo de Jonás: el poder de la Palabra de Dios de la que cada uno de nosotros es altavoz en medio de esta Nínive en la que vivimos.
- El signo de Jonás se completa también por la referencia a la resurrección de Cristo, puesto que –recordémoslo– aquel profeta pasó tres días en el vientre del cetáceo hasta que fue devuelto a una playa donde comenzó, por fin, su misión. Es una clara profecía a los tres días en los que Jesús estuvo en el sepulcro hasta el día de su resurrección. Luego, la fe en la Palabra de Jesús y en su resurrección, son las claves para la salvación de nuestro mundo.