NUESTRA SEÑORA DE LA MERDED.

Por Juan María Gallardo.

Fiesta: 24 de septiembre.

Los últimos siglos de la Edad Media, el sur y el levante español estaban en poder de los árabes y con su vidas en vilo. El Mediterráneo estaba infestado de corsarios turcos y de sarracenos, y lo mismo atacaban a los barcos que desembarcaban en las costas y se llevaban cautivos a muchos.

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La cautividad o esclavitud era una calamidad terrible de la humanidad. De cuando en cuando surgían almas generosas y se ponían a actuar. Un santo varón, el clérigo sevillano D. Fernando de Contreras, con la ayuda de la Loca del Sacramento, Doña Teresa Enríquez, y con el aliento de san Juan de Ávila, fue una de esas almas generosas en favor de los cautivos. Otra alma caritativa, suscitada por Dios, fue san Pedro Nolasco, de Barcelona, llamado el Cónsul de la Libertad. Rogaba insistentemente a la Virgen María y se preguntaba cómo poner remedio a tan triste situación. Pronto empezó a actuar.

NUESTRA SEÑORA DE LA MERDED.

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