SEPULCROS BLANQUEADOS.
Por Mario Ortega.
Mt 23,27-32: Sepulcros blanqueados. Miércoles de la semana XXI del TO
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo:
–¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes.
¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: «Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas»! Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!
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Sepulcros blanqueados
- La expresión con la que Jesús resume todo su reproche a los fariseos por su hipocresía, es esta: Sois como sepulcros blanqueados. Cuidaban bien la apariencia: su corrección exterior en vestidos, saludos, observancia escrupulosa de todos los aspectos visibles de la ley… sin embargo, su vida interior, el corazón, dejaba mucho que desear, era presa de la soberbia, la vanidad y la falta de atención al prójimo.
- Sepulcros blanqueados. Esta expresión también es para nosotros una llamada de atención a lo interior. A que nos preocupemos de limpiar y sanear nuestro corazón de todo egoísmo e impureza, de toda idolatría, pereza y maledicencia… De todo lo que corroe y corrompe el alma. ¡Si tuviéramos la mitad de atención a nuestra alma de la que tenemos en el cuidado de nuestro cuerpo y nuestra apariencia externa!
- Los santos lo han repetido hasta la saciedad, porque es la clave del Evangelio: atención a lo interior, al progreso del alma, su purificación, el combate interior diario… Este lifting del alma se lleva a cabo ante todo mediante la oración y el trato humilde y confiado con Dios. Y esta amistad profunda del alma con Dios, continuarla después en la caridad con el prójimo. Así tendremos un alma fuerte y bella, que es lo que quiere Jesús de nosotros.