A QUIEN ME SIRVA, EL PADRE LO HONRARÁ.

Por Mario Ortega.

Jn 12, 24-26. A quien me sirva, el Padre lo honrará. 10 de agosto. Fiesta de San Lorenzo

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará».

A quien me sirva, el Padre lo honrará

1. El Evangelio de hoy, fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir, recoge las palabras de Jesús sobre la fidelidad total del servidor. Que servidor ha de ser todo el que le sigue. Servidor de Dios y de los demás. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará.

2. Servir a Dios y a los hombres, conlleva pasar por la muerte. Así es. Los versículos anteriores así nos lo dicen: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. Esa muerte ha de ser siempre al pecado y al hombre viejo que hay en nosotros, para que resucite el hombre redimido por Cristo y guiado por el Espíritu Santo. Es una verdadera muerte a nosotros mismos, a nuestro pecado, tan arraigado en nuestras carnes y en nuestra alma.

3. Los mártires, además de imitar a Cristo en su vida, muriendo con él al pecado y dando paso al hombre redimido y espiritual, lo han imitado también en la muerte: les ha sido arrebatada de modo violento la vida. A San Lorenzo, en una hoguera. Han muerto en acto de servicio, como se dice de los soldados. Han muerto sirviendo, por servir y amar. Los mártires han hecho de su muerte, como Cristo, un acto de amor y entrega total, como los mejores servidores del Evangelio.

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