LÁMPARAS ENCENDIDAS.

Por Mario Ortega.

Mt 25, 1-13. Lámparas encendidas. Fiesta Santa Teresa B. de la Cruz. 9 agosto

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: ‘¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!’. Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: ‘Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas’. Pero las prudentes contestaron: ‘Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis’. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: Señor, señor, ábrenos’. Pero él respondió: ‘En verdad os digo que no os conozco’. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

Las lámparas encendidas de las vírgenes prudentes de la parábola son un precioso signo de una vida cristiana viva, activa… que llevan todos aquellos que, con humildad y perseverancia, no se olvidan de que el Señor tiene que llegar.

Tiene que llegar y no podemos estar en la oscuridad del pecado, ni del miedo ni de la tristeza. Hemos de mantener siempre encendida nuestra lámpara interior de la fe, de la esperanza y de la caridad. Vosotros sois la luz del mundo, dijo Jesús en otra ocasión. Y Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero reza el salmo. La fe es la luz que nos permite ver: ver a Dios que viene y ver al prójimo que siempre está aquí.

La fe no es andar a oscuras, o con los ojos vendados, como a veces se le representa. El camino de la fe es luminoso y así nos lo muestran los santos, que han sido todos lámparas bien encendidas del amor y la presencia de Dios. La fe es creer sin ver, pero creer en la Palabra de Dios, es mucho más luminoso que ver, al menos en este mundo. En el otro, en el Cielo, ya no necesitaremos luz de lámpara o de sol, porque el Señor Dios irradiará luz sobre ellos y reinarán por los siglos de los siglos.

LÁMPARAS ENCENDIDAS.

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