DESDE ENTONCES, LES HABLABA DE SU MUERTE Y RESURRECCIÓN.
Por Mario Ortega.
Mt 16, 13-23. Desde entonces, les hablaba de su muerte y resurrección. Jueves semana 18 del Tiempo Ordinario
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías. Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».
Desde entonces, les hablaba de su muerte y resurrección
1. Bien conocida es la escena que nos describe San Mateo hoy y que sucedió en Cesarea de Filipo. Jesús, habiendo preguntado a sus apóstoles quién pensaban que era Él, obtiene la valiente y decidida respuesta de Simón, que representa a todos en lo que supone la confesión principal de fe en Jesucristo: Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo. Esta es la fe de la Iglesia, la fe apostólica que mantiene firme a todo el Pueblo de Dios, Cuerpo Místico de Cristo. Para evidenciar esta firmeza que ha de durar hasta el fin del mundo, Jesús pone a Simón el nombre de Pedro, esto es, Piedra, Roca, cimiento. Queda ahí fundada la Iglesia, fundamentada, podríamos mejor decir, para mantener como comienzo oficial de la misma el Corazón abierto de Jesús en la Cruz y la efusión pentecostal del Espíritu.
2. Pero en la escena de hoy queda ya bien fijada, fundada, toda la construcción. Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Por eso, a continuación nos dice Mateo que desde ese momento, comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén, padecer, morir en la cruz y resucitar al tercer día.
3. Es decir, desde la fundación misma de la Iglesia, Jesús habla claramente de su misterio Pascual, puesto que el anuncio de este misterio será la misión fundamental de la Iglesia. La Iglesia está para anunciar a Cristo, muerto y resucitado por la salvación del mundo. Y ante el anuncio del misterio Pascual no caben componendas ni rebajas, por eso, cuando seguidamente Pedro intenta disuadir al Señor de este plan redentor que pasa por la cruz, Jesús lo reprenderá duramente diciéndole que piensa como los hombres y no como Dios. Y es que ésta es la tentación más sutil y grande para la Iglesia de todo tiempo: pensar como los hombres y no como Dios.