El cardenal y arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, ratificó que «Jesús sella con la crucifixión este misterio de salvación que contiene cada Misa», al presidir una Eucaristía en la catedral metropolitana en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el lunes 14 de septiembre. La Iglesia en Buenos Aires reflexionó en esta celebración «el misterio sublime de la cruz de Jesús» con la mirada puesta en la imagen del Santo Cristo de Buenos Aires, tal como exhortó el rector de la catedral, Alejandro Russo, al comienzo de la Misa.
«Al mirar la cruz de Cristo obtenemos la gracia de la salvación por Aquel que murió en ella para darnos la victoria sobre la muerte. Este misterio que el Viernes Santo ocupa el centro de la Pasión de Jesús, hoy es motivo de fiesta. Pasión, el paso de la muerte a la vida. Esa es la Pascua. Y precisamente se da en este paso por la cruz, por eso hoy hablamos de la exaltación de la cruz, lo que significa de gloria para el género humano», reflexionó Poli. Sostuvo lo que «nosotros consideramos un final irremediable de la existencia temporal, Jesús, desde la cruz, nos enseña que es el principio de la vida eterna». «Es la gran paradoja de la cruz: para nosotros es un fracaso y para Dios es la victoria del amor. Por eso es un signo de contradicción la cruz. Para algunos es un instrumento de suplicio y de muerte, es un escándalo, pero por lo que obra Jesús crucificado, se convierte en victoria sobre la muerte, en la puerta de la Vida Eterna», aseguró.
El prelado recordó las palabras del Papa emérito Benedicto XVI que indicó que en la cruz «todo el odio del mundo, los pecados de la humanidad, antes y después de Cristo, hasta que Él venga, se estrellan contra su cuerpo y el milagro es que Él los convierte en amor». «Por eso decimos que la Eucaristía que celebró en la víspera, ahora se confirma con el pan de vida que pende de la cruz. Ahí se entrega su cuerpo y su sangre, y sella con la crucifixión este misterio de salvación que contiene cada misa, cada Eucaristía», explicó el cardenal Poli al reflexionar sobre Jesús y su crucifixión. «La cruz es llamada entonces gloria y exaltación de Cristo, porque es la culminación de todos los tormentos que padeció Cristo por nosotros. Mirar la cruz es un ejercicio más que piadoso. La mirada de una cruz, la cruz que tenemos en nuestras casas, en nuestros templos, las cruces que podemos ver en el camino, siempre nos recuerda que Dios nos amó tanto. Este es el ícono del amor de Dios. Por eso, cuando miramos la cruz, miramos el amor crucificado y recordamos cuánto hizo Cristo por nosotros», enfatizó.