Georg Gänswein, quien fuera su secretario personal, presidió la Misa por el primer aniversario del fallecimiento de Benedicto XVI en la Basílica de San Pedro, y a la que asistieron los cardenales Gerhard Müller y Kurt Koch, el 31 de diciembre pasado. A las 9:34, la hora exacta a la que falleció el Papa Emérito hace un año, sonaron las campanas de la Basílica de San Pedro.
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Gänswein reflexionó sobre la familia basada en las palabras de Benedicto XVI. «Vivir en profunda comunión con Jesús, como María para poder contagiar los corazones de los hermanos: esta es una dimensión fundamental de una Iglesia atractiva y misionera. En los años después de su renuncia al ministerio petrino, explicó el presbítero, al reiterar que el Papa se dulero se dedicó principalmente a esta dimensión de la vida de fe».
«Benedicto XVI llevaba no sólo el nombre de José, sino que también trataba de imitar a su Patrón, sobre todo con su profundo amor a Jesús y a María, y su fidelidad a una vida cotidiana marcada por la oración y el trabajo. Para él, el corazón de cada día era la Eucaristía, fuente de luz, fuerza y consuelo. También cultivaba fielmente la Liturgia de las Horas y el rosario, oraciones que conferían a su día su estructura. La relación íntima con el Señor se reflejaba luego en las relaciones con las personas a su alrededor…», aseguró.
Gänswein indicó que «en la Eucaristía, el misterio de la Navidad permanece presente, en la Eucaristía la Iglesia es edificada como la familia de Dios, en la Eucaristía estamos unidos con todos los fieles, incluidos los santos y nuestros seres queridos difuntos», ratificó, al sostener que «en la Eucaristía permanecemos unidos también con Benedicto XVI, sinceramente agradecidos a Dios por el don de su vida, la riqueza de su magisterio, la profundidad de su teología y el ejemplo luminoso de este ‘simple y humilde trabajador en la viña del Señor’».
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