La diócesis de Jerusalén fue consagrada a María Reina de Palestina y de toda Tierra Santa, el domingo 29 de octubre, en el Santuario Mariano de Deir Rafat, custodiado por los monjes y monjas de la fraternidad de Belén, el domingo 29 de octubre. Laicos y comunidades religiosas se reunieron para celebrar la fiesta de Santa María, venerada desde hace más de 100 años como Reina de Palestina y de toda Tierra Santa, y para consagrar sus vidas y las de todos los que viven en Israel, Palestina y en toda la diócesis de Jerusalén a su corazón maternal.
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«Esta solemnidad de Nuestra Señora, Reina de Palestina y de toda Tierra Santa, es una excelente oportunidad para seguir rezando por el fin de la guerra. Esta guerra que ya se llevó a miles de personas. Y miles de heridos. Pedimos sobre todo paz en Gaza. El cese de los bombardeos. Desgraciadamente estoy fuera de la parroquia, por lo que me tocó esta terrible situación, pero estoy en contacto constante con ellos», afirmó el padre Gabriel Romanelli, párroco de Gaza. «La comunidad cristiana, 1.000 personas de entre los 2.300.000 habitantes en toda la Franja de Gaza, sufre lo que sufren todos los habitantes. Están bien, están refugiados en la Iglesia católica y en la Iglesia ortodoxa», explicó.
El cardenal y patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, animó a aprender a vivir el dolor al afrontar el sufrimiento con la mirada de María, con su fe, con sus sentimientos. «Celebramos la solemnidad de María, Reina de Palestina, que es la patrona de toda la diócesis y es un momento en el que queremos confiar todo lo que tenemos en el corazón, que son muchas cosas muy controvertidas, mucho dolor, a veces incluso mucha ira, pero también mucho miedo. Queremos entregarlo al corazón de nuestra madre. Porque es el corazón de una madre, el que sabe acoger todo esto, y también sabe transformarlo. Y en este momento también queremos reconsagrar nuestra iglesia, toda nuestra diócesis, nuestra tierra», sostuvo.
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