DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ: CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE (15).

Continuación de Diálogo vivo con san Juan de la Cruz: Conversaciones subiendo al monte (14).

Por Silvio Pereira.

15. Aprenda el espiritual a estarse quieto

Estimadísimo compañero de viaje, es verdad y tú lo adviertes a modo de señal, que al comenzar la quietud o recogimiento interior infuso, el alma no encuentra ya gusto en meditar e imaginar como antes, todo lo contrario le produce turbación un tal esfuerzo. En cambio halla paz en sosegarse y en recogerse bajo la llegada de la misteriosa llamada enlazante.

«El alma gusta de estarse a solas con atención amorosa a Dios, sin particular consideración, en paz
interior y quietud y descanso y sin actos y ejercicios de las potencias, memoria, entendimiento y
voluntad sino sólo con la atención y noticia general amorosa» (SMC L2, Cap. 13,4).

Debemos pues insistir a los orantes que no intenten tomar el control cuando las riendas ya están en manos de Dios. O mejor dicho, cuando Dios con atracción y delicada paciencia nos ha acostumbrado a dejar que sus manos se posen en las nuestras, y así la conducción resulte de una colaboración mutua, donde le hemos dejado claramente a Él la primacía.

En los tiempos de la «noticia general amorosa» es pues crucial la decisión que tomemos. Podemos abandonarnos a esa misteriosa llamada enlazante, dejarnos entonces llevar hacia lo nuevo que está más allá de nuestra capacidad natural; o quizás preferir quedarnos en las tierras ya conocidas, seguras pero mucho menos fértiles, retrocediendo y descartando la invitación amante.

En esto como en todo el discipulado rigen las mismas fundamentales leyes: el que quiera reservar y retener su propia vida la perderá al fin inexorablemente; solo quien se anime al salto de fe y se abandone entregándose se encontrará y recuperará en Él. Muchos son los llamados pero pocos los elegidos, también a la vida contemplativa. La oferta abierta a todos sólo es elegida por algunos que aceptan perderse para ganarse. La Cruz, siempre la nada liberadora de la Cruz. Dime: ¿a quién amarás más?, ¿a ti mismo o a tu Dios?

¿Qué experimentarán quienes decidan abandonarse en aquella primera noticia de amor nueva que llega desde más allá de todo humano parámetro?

«…se queda el alma a veces como en un olvido grande, que ni supo dónde se estaba, ni qué se había hecho, ni le parece haber pasado por ella tiempo» (SMC L2, Cap. 14,10).

De alguna forma el encuentro con Dios deja huellas de eternidad. Él permite una comunicación directa y misteriosa, que más allá de la mediación de la inteligencia, cuando toda conceptualización es superada, en el gustar de su Amor ofrecido que el alma recibe, todo queda detenido y atravesado, sostenido y transverberado; o mejor dicho todo se percibe nuevo y transfigurado bajo esta dichosa luz de Amor y Unión. Y no importa ya si el tiempo físico es medible en segundos, minutos u horas… está pasando algo más allá del tiempo cronológico, en el sin-tiempo de Dios es rozada en primicias de Gloria el alma.

«Y la causa de este olvido es la pureza y sencillez de esta noticia, la cual, ocupando al alma, así la pone sencilla y pura y limpia de todas las aprehensiones y formas de los sentidos y de la memoria, por donde el alma obraba en tiempo, y así la deja en olvido y sin tiempo» (SMC L2, Cap. 14,11).

«El sueño de las potencias», ha sido una expresión habitual para insinuar este estado de recogimiento infuso. Siempre habrá quienes tengan desconfianza, pensando que se dirige a postular una especie de trance místico no cristiano con enajenación alienante de la persona, una suerte de suplantación del yo por lo numinoso que invade y posee.

«Y así, esta noticia deja al alma, cuando recuerda, con los efectos que hizo en ella sin que ella los sintiese hacer… aunque duermo yo, según lo que yo soy naturalmente, cesando de obrar, mi corazón vela, sobrenaturalmente elevado en noticia sobrenatural» (SMC L2, Cap. 14,11).

Nos ayudaría en verdad concentrarnos en la categoría de «misterio». Aquí no se trata de una realidad enigmática cual trama problemática de novelas de suspenso; sino de una realidad tan rica y valiosa que simplemente excede la capacidad de quien la contempla. Dios excede sin ninguna duda. Sin embargo Él nos ha creado para la comunión. Lo que aquí sucede no es que Dios cancele nada de nuestro ser creatural, por lo contrario asumiéndolo y elevándolo deja al descubierto una dimensión de nosotros aún no conocida ni ejercitada. Dios nos ha hecho capaces de dialogar con Él en un nivel superlativo, en luz de gracia sobrenatural.

La libertad del hombre está a salvo. Al influjo seductor de la noticia amorosa enlazante, el contemplador ha respondido con adhesión de todas sus potencias. No es secuestrado, se ha entregado y abandonado en la irrupción del amor nuevo que le convoca tan misteriosamente. Y que las potencias no han sido suprimidas sino elevadas se comprende por los efectos. Pues el contemplador una vez retornado a lo ordinario degusta en sí mismo la impresión de las huellas del trabajo amoroso de su Amado y Señor.

Durante la quietud no debe entenderse que no hubiese entendimiento, voluntad o memoria; los hay embelesados, superados por su Presencia que excede. Levantados así en gracia para que, aunque no puedan particularmente realizar operaciones concretas, de modo general atestigüen en fe, esperanza y caridad que están simplemente ante Dios que ama y obra en conformidad con su amor. Y luego ese mismo modo sobrenatural permite al alma reconocer como recordando las secuelas que han quedado en ella de ese encuentro. A veces sólo como quien registra las huellas del paso de Dios sin todavía poder comprender del todo su significado pero ciertamente con gozo y paz en su obrar transformante. Otras veces quiere el Señor que al calor del amor de unión vivido pueda expresarse relativamente en palabras inteligibles el misterio que aún desocultándose permanecerá excedente.

«…poco o mucho no deja el alma de entender, si quiere mirar en ello, que está empleada y ocupada en esta noticia, por cuanto se siente con sabor de amor en ella, sin saber ni entender particularmente lo que ama. Y por eso la llama noticia amorosa general, porque, así como lo es en el entendimiento, comunicándose a él oscuramente, así también lo es en la voluntad, comunicándola sabor y amor confusamente, sin que sepa distintamente lo que ama» (SMC L2, Cap. 14,12).

Quedarse el espiritual en esta gratuita quietud, permitirse vivirla, no siempre es fácil. Debe vencer innumerables prejuicios propios y ajenos: que es engaño, ilusión o locura se pensará comúnmente. Quedarse aquí en esta comunicación de amor que le resulta tan original y nuevo, tan sin precedentes, le reclama el acto de fe. Siempre en fe habrá un salto que dar confiando que no será la nada y el vacío, sino la plenitud escondida de su Presencia sobreabundante quien en secreto gozo nos recibirá.

«…tener advertencia el alma con amar a Dios, sin querer sentir ni ver nada…libremente recibe la voluntad esta noticia general y confusa de Dios… serena y limpia luz… se quedará en esta pura y sencilla luz, transformándose en ella en estado de perfección, porque esta luz nunca falta en el alma…» (SMC L2, Cap. 15,2.3.4)

Pero como estos son pasos aún iniciales es natural que exista tensión, una pulseada interior y una resistencia a la entrega que de a poco va terminando de ceder. Aún no ha madurado el sentido interior y el alma no se ha adaptado al encuentro con esa Luz que la habita en lo profundo y que, dejándola por tan deslumbrante ciega, le permite crecientemente ver en amor. El espiritual debe aprender a quedarse quieto si quiere caminar hacia la Unión.

«Aprenda el espiritual a estarse con advertencia amorosa en Dios, con sosiego de entendimiento, cuando no puede meditar, aunque le parezca que no hace nada. Porque así, poco a poco, y muy presto, se infundirá en su alma el divino sosiego y paz con admirables y subidas noticias de Dios, envueltas en divino amor» (SMC L2, Cap. 15,5).

DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ: CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE (15).

El Padre Silvio Dante Pereira Carro es también autor del blog Manantial de Contemplación. Escritos espirituales y florecillas de oración personal y tiene el canal de YouTube @silviodantepereiracarro.

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