La Iglesia en Manila lleva adelante un programa de alimentación para niños, que está a cargo del padre Stefano Mosca, misionero del PIME, quien además contó su misión en las chabolas que surgieron alrededor de la ciudad de Navotas, en la capital de Filipinas. El presbítero realiza su labor en la parroquia de Santa Cruz en Tanza, en las afueras de la ciudad de Navotas, donde viven al menos 35.000 personas en varios barangays, los barrios locales.
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Suscríbase al boletín de VenL«Se trata de gente pobre que emigró de la isla de Mindanao y a la que los sacerdotes locales no pueden llegar. Los sacerdotes tienen que celebrar hasta 7 misas los domingos y una avalancha de otros servicios durante la semana», precisó el misionero italiano, recientemente nombrado superior regional del PIME para el Pacífico Sur. Frente a esa situación, el obispo Pablo Virgilio David, de la diócesis de Caloocan, pidió al padre Mosca y a otro sacerdote del PIME, el padre Robert Ngairi, que abrieran puestos misioneros para atender a los pobres, hacinados en viviendas del gobierno y casas ocupadas.
El padre Stefano explicó que para llegar a la población se puso en marcha un programa de alimentación para los niños, por lo que 3 días a la semana, los 2 misioneros, con la ayuda de voluntarios, transportan 3 grandes ollas en un carro y distribuyen una merienda de chocolate, arroz y leche a unos 200 niños. «A veces la fila de niños parece no acabarse nunca y nos vemos obligados a decir que volveremos al día siguiente», sostuvo. El padre Stefano enfatizó que los funerales se celebran en la calle y la Misa también es itinerante, dado que el presbítero compró una tienda y la instala cada vez en un lugar distinto, sin un verdadero programa, porque la misión de Tanza, como sus habitantes, vive al día.
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