TEMA 6: EL SER HUMANO, IMAGEN DE DIOS.

Por Juan María Gallardo.

El hombre creado a imagen de Dios

El libro del Génesis nos dice que Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó. Sin duda se trata de una revelación de la máxima importancia. Después de la creación del mundo material, del mundo vegetal y del mundo animal, Dios crea —no consideramos aquí el mundo de los ángeles— la criatura humana. Hay una distinción neta y radical entre los seres no humanos y los seres humanos: solo los humanos son imagen de Dios; reflejan de Dios mucho más que simplemente ser creados por Él; participan de la divinidad de Dios de una manera superior a la naturaleza no humana, aunque lógicamente esa semejanza no anula la distinción entre la naturaleza humana y la naturaleza divina. «La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente (Gn 2,7)».

Presentación de Tema 6: El ser humano, imagen de Dios

Esta posición intermedia del ser humano, entre el mundo material-animal y la divinidad, puede negarse por los dos extremos. En el primer caso, el hombre se erige en señor absoluto de sí mismo y de toda la creación; en el segundo, se piensa el ser humano como un simple producto de la evolución animal, por compleja que se conciba, privado de espiritualidad y libertad. Sin embargo, para evitar esos dos errores y aceptar más fácilmente esa verdad de fe, basta con reflexionar sobre la experiencia que tenemos de nuestro modo de ser. Por un lado, son evidentes muchas limitaciones que manifiestan y constituyen nuestra finitud: por ejemplo, no logramos hacer todo lo que queremos —sea por obstáculos externos o por obstáculos internos—; nos suceden muchas cosas que no controlamos, ni queremos ni prevemos; vivimos en un flujo de tiempo y de acontecimientos que no podemos invertir ni detener. De manera que nuestra finitud es evidente.

Pero, por otro lado, no son menos evidentes ciertos rasgos de nuestra vida que escapan a esa finitud, que de alguna manera la hacen porosa o la abren a lo infinito. Para empezar, constatamos el sorprendente hecho de que, siendo finitos, lo sabemos o tenemos conciencia de ello; pues si sabemos que somos finitos, es porque nuestro entendimiento rebasa de algún modo el límite de la propia finitud. Además, y respecto a las limitaciones antes señaladas, ciertamente no logramos muchas cosas que queremos, pero sí podemos concebirlas y desearlas, aunque se trate incluso de propósitos imposibles de realizar; necesariamente nos sobrevienen acontecimientos incontrolables, pero siempre podemos resistirlos o tomar postura interior ante ellos; el tiempo pasa verdaderamente para nosotros y en nosotros de un modo forzosamente irreversible, pero siempre vivimos en un continuo y permanente ‘ahora’ desde el que podemos contemplar y dar sentido al pasado y en cierto modo al futuro.

En definitiva, somos indudablemente finitos viviendo además en un mundo material finito; pero también advertimos la capacidad de distanciarnos o despegarnos de los condicionamientos de la finitud. Esa capacidad solo es posible por ser espirituales, y en esto vemos lo que nos asemeja a Dios, Espíritu infinito y absoluto. Cierta teoría humanista pretende sostener la idea de un ser humano con espíritu, pero un espíritu finito —más o menos ilustrado— que no sea ni imagen de Dios ni esté por tanto orientado a Él. Semejante concepción es problemática tanto teóricamente, pues la naturaleza de un espíritu es de suyo participar de lo absoluto y tender a ello; como prácticamente, pues la experiencia personal e histórica muestra que romper la relación con Dios termina diluyendo la dignidad de la persona humana. «Y no existe otra alternativa. Sólo son posibles dos modos de vivir en la tierra: o se vive vida sobrenatural, o vida animal».

Fragmento del texto original de Tema 6. El ser humano, imagen de Dios.

  • (1) Libro electrónico «Síntesis de la fe católica», que aborda algunas de las principales verdades de la fe. Son textos preparados por teólogos y canonistas con un enfoque primordialmente catequético, que remiten a la Sagrada Escritura, el Catecismo de la Iglesia Católica, las enseñanzas de los Padres y el Magisterio.

TEMA 6: EL SER HUMANO, IMAGEN DE DIOS.

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