Los peregrinos y fieles asistieron a la Misa Crismal e in Coena Domini del Jueves Santo en la basílica del Santo Sepulcro, que fue presidida por el patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, quien precisó que la institución del sacerdocio y la de la Eucaristía —misterios del Jueves Santo— se llevó a cabo «la noche en que Jesús fue entregado», abandonado y repudiado por sus amigos, la que puede ser una noche similar a muchas de nuestras noches.
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Pizzaballa reflexionó sobre «una actitud de gran confianza en la fuerza poderosa del amor de Dios que en Cristo nos ha dado la salida de nuestras noches, que es el amor, la entrega de uno mismo». Durante la celebración, unos 250 sacerdotes renovaron sus promesas y se bendijeron el óleo de los catecúmenos, el crisma y el óleo de los enfermos, los que se van a distribuir en todas las parroquias del Patriarcado latino y utilizar para administrar los sacramentos.
Se realizó la tradicional procesión con el Santísimo Sacramento, al final de la Misa, con 3 vueltas alrededor del edículo del Santo Sepulcro, la última de las cuales incluye también la piedra de la unción, y posteriormente la colocación en la tumba. Antes de abandonar la basílica, el patriarca bendijo a un grupo de enfermos, acompañados de voluntarios de la asociación ‘Hospitalidad Jesús de Nazaret’.
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