ASPECTOS FILOSÓFICOS DE LA INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO TERAPÉUTICO CON CÉLULAS MADRES: UNA MIRADA CENTRADA EN LA PERSONA (1).
La terapia celular se guía por el principio «ante todo no dañar». Sus promisorios resultados pueden cumplir con los objetivos de la medicina, sin embargo, hay ciertos aspectos en la investigación y desarrollo de terapéuticas con células troncales que se apartan de los fines propios de la medicina orientada en el paciente. El origen, almacenamiento y acceso a las células podrían generar cuestionamientos éticos. Las células provenientes de tejido adulto están libres de cuestionamientos y responden a la exigencia ética de no cosificar a la persona, aunque se ha advertido que la «pluripotencialidad inducida» sería capaz de conducir a riesgos graves. Condicionamientos circundantes influyen en la información, la eficacia, la prevención del daño, la proporcionalidad de las prácticas y la inclusión de los pacientes.
«El deseo de servir al bien de todos debe ser una exigencia imprescindible del alma, una condición de la felicidad personal» Antón Chejov.
Alguna vez Leonte, príncipe de Fliasios, preguntó a Pitágoras qué profesión tenía, y éste respondió que era filósofo. «¿Qué es ser filósofo?» —replicó Leonte—. Entonces Pitágoras comparó la vida con las fiestas olímpicas que los griegos celebraban, donde unos iban a ganar los premios, otros a vender sus mercaderías y otros —a quienes él consideraba los más generosos de todos— iban nomás a ver lo que pasaba. A éstos, que gustaban solo de considerar y entender las cosas, los llamaba filósofos. Puesto que un congreso de bio-medicina tiene algo de aquellas fiestas olímpicas, no es extraño que también se hable de filosofía, y no solamente en la manera pitagórica de entenderla.
Una de las primeras cosas que aprendemos tan pronto ingresamos a la Facultad de Medicina es la observación del ωφελέειν ή μη βλάπτειν —ofeleein i mi blaptein – hacer el bien y no dañar—, que si bien no ha llegado hasta nosotros tal como ha sido expuesto en el libro I de Epidemias —Επιδημιών το πρώτον— que conforma el Corpus Hippocraticum, cualquiera de nosotros sabe que nuestra praxis se rige por el principio del primun non nocere, es decir, ante todo no causar daño. Éste y otros principios nos llegan a la memoria cuando hablamos de ética en la investigación y desarrollo de terapéuticas con células madres, mientras intentamos responder a la pregunta ¿qué debo hacer? que, según Kant, es de lo que se ocupa la moral. Asimismo, esperamos que la respuesta no colisione con el avance de la ciencia, entendiendo que parte del desarrollo del ser humano está ligado a la investigación científica.
Allá por los años 50 del pasado siglo, a Krishnamurti se le preguntó si era la ciencia realmente beneficiosa para el hombre, debido a que, junto a grandes adelantos, a la vez se había generado miseria. El filósofo repreguntó a su interlocutor:
– «¿Quién está equivocado: la ciencia, o el ser humano que usa la ciencia?»
– «Si yo uso medios destructivos —continuó Krishnamurti— yo uso a la ciencia».
– «Soy yo, quien estoy mal usando la ciencia, y no la ciencia que en sí misma esté equivocada».
– «Cuando los seres humanos mal usamos la ciencia, culpamos a la ciencia. Pero Ud. y yo somos responsables por todo esto», concluyó el pensador.
De ahí que cuando hablamos de ética en el campo de la salud, denominada Bioética, nuestra conversación gira en torno a los actos humanos.
Las interrogantes como: ¿qué se pretende con la investigación con células madres?, ¿quién se beneficia?, ¿qué se hace para obtener las células?, ¿de dónde provienen los recursos para la investigación?, ¿qué nivel de eficacia y seguridad tienen las investigaciones y los tratamientos?, ¿cómo influyen los sponsors en la investigación?, y muchas otras más, tienen respuestas que están constituidas por acciones humanas racionales y voluntarias, y por ser tales, poseen connotaciones éticas. Como ético se entiende al ήθος —ithos— que es la disposición por dejarnos atraer por determinados motivos o bienes, y al έθος —ethos— que son los hábitos a través de los cuales una persona realiza su proyecto de vida; pero de vida moral, de moribus, neologismo creado por Cicerón a partir de mores —costumbres—. La vida moral es la vida humana tanto individual como social, considerada a la luz de unas normas establecidas en un determinado ambiente y época histórica, y conforme a éstas, lo que es aceptado como bueno o malo. A la ética o moral reflexionada, le toca elaborar juicios que demuestren por qué esto es bueno o aquello es malo.
Considerando el tiempo del que dispongo, y con la pretensión de simplemente hacer un ejercicio de reflexión bioética, propongo analizar algunos aspectos de la medicina regenerativa usando un método que recoge el legado de pensadores que van desde la antigüedad como Aristóteles, Cicerón o Agustín de Hipona, y se consolida más tarde en el tomismo del Aquinate. Por este método podremos identificar la ética de los actos humanos analizando las respuestas a las preguntas: ¿para qué hago lo que hago?, ¿qué es lo que hago?, y la influencia del ¿cómo?, ¿cuándo? y ¿dónde? lo hago. Dicho de otro modo, la ética emana de la intencionalidad o finalidad pretendida al pensar el acto, del objeto sobre el cual recae el acto y finalmente de las circunstancias que rodean al acto.
El documento fue publicado originalmente en Biblioteca digital de la UCA – ‘Vida y Ética’ en 2012.
ASPECTOS FILOSÓFICOS DE LA INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO TERAPÉUTICO CON CÉLULAS MADRES: UNA MIRADA CENTRADA EN LA PERSONA (1).