LA VERDADERA IGLESIA DE CRISTO SÓLO SE PREOCUPA POR SER AGRADABLE A DIOS.
Por Rubén Revello.
El pecado nos encierra en nosotros mismos
No le des tanta importancia a lo externo, sino que andá del corazón para adentro. La Cuaresma es un tiempo para volver la mirada a lo interior y tratar de convertir lo que nos ha alejado de Dios y de los hermanos. En primer lugar, el pecado. El pecado que nos encierra en nosotros mismos y que nos hace darle culto a cosas que son ídolos, que no son verdaderos dioses.
En ese altar, en el altar del poder, del poseer, del placer, en ese altar inmolamos muchísimas cosas. Hay que revertir eso. Volver al verdadero culto a Dios. Dejar de darnos culto a nosotros mismos, porque en el fondo todas esas actitudes buscan la aprobación de los demás. Y lo cierto es que el creyente no tiene que buscar la aprobación de las personas, solo tiene que buscar la aprobación de Dios.
La verdadera Iglesia busca agradar a Dios
Por eso, cuando la Iglesia busca ser políticamente correcta, es decir, encajar en un determinado tiempo y espacio, muchas veces sacrifica la lealtad a Dios por quedar bien con los hombres. Cuando la Iglesia busca agradar a los hombres y no a Dios no es la verdadera Iglesia de Cristo. La verdadera Iglesia de Cristo sólo se preocupa por ser agradable a Dios, aunque nos tiren piedras, aunque nos insulten. Benditos ustedes cuando los persigan a causa de mi nombre, así trataron ellos y sus padres a los profetas, dice Jesús. La Iglesia tiene que hacer una profunda conversión.
Nuestra conversión es una lucha interior
Nosotros, personalmente tenemos que hacer una profunda conversión. Lo vengo repitiendo estas semanas y una vez más lo vuelvo a decir: El verdadero enemigo está dentro del propio corazón. No tenemos que pelearnos con nadie. No tenemos que discutir con nadie, no tenemos que vencer a nadie, ni convencer a nadie.
Sólo tenemos que vencer en nuestro interior. Porque nosotros a los demás los podemos engañar, podemos hacer de cuenta que somos muy santos, poner cara de estampita, juntar las manos y quedarnos horas en un rincón de la iglesia, aunque por dentro estemos pensando y maquinando cosas malvadas. Podemos dar muchísimo dinero, pero lo hacemos para tapar nuestras culpas, o para que piensen que somos muy buenos. Podemos hacernos los humildes, pero en el fondo es para que los demás nos ensalcen.
Nuestra conversión consiste en responder al amor de Dios
En la verdadera religión estamos desnudos frente a Dios, y no hay nada que nos cubra, que nos proteja. Estamos frágiles, expuestos delante de Dios. No es tiempo para jugar a las escondidas con Dios. No es tiempo para pensar que podemos engañar a Dios. Es tiempo para una verdadera relación adulta con Dios.
Y partir de la certeza de que todo esto tiene un punto primero que es que Dios me ama y que mi conversión en el fondo, lo único que pretende ser es un momento segundo de respuesta a Dios. Dios nos amó primero y como respuesta lo amamos sinceramente.
LA VERDADERA IGLESIA DE CRISTO SÓLO SE PREOCUPA POR SER AGRADABLE A DIOS.