DIOS PERDONA A AQUÉL QUE QUIERE SER PERDONADO.
Por Rubén Revello.
La blasfemia, ofensa contra el Espíritu Santo
La blasfemia es un insulto a Dios. Por eso es particularmente grave. ¿En qué consiste el insulto contra el Espíritu Santo? Es no aceptar que el Espíritu Santo me inspire. Rechazar la inclinación a la santidad que el Espíritu Santo quiere realizar en mí. Eso sí es una ofensa grave, es la ofensa más grave porque es la ofensa que no será perdonada. Además, no puede ser perdonada porque la persona no quiere recibir el perdón. Dios perdona todo, pero no puede forzar a las personas al perdón. Uno tiene que pedir perdón, ser humilde. Pero hay gente que pone en duda esto. Hay gente que dice: «Hay cosas que yo hice que Dios no me las puede perdonar». Eso es un insulto contra el Espíritu Santo eso es presuntuoso, eso es necio, porque no quiere reconocer el poder de Dios que llega a todo corazón que se arrepiente de verdad.
El Espíritu Santo ilumina nuestra inteligencia
¿Cómo obra el Espíritu Santo en nuestro corazón para movernos a la reconciliación al perdón? Lo primero que va a hacer es abrir nuestra inteligencia. Lo primero que tenemos que darnos cuenta es qué estamos haciendo. Descubrir lo que estamos haciendo. Hay veces donde hacemos las cosas por impulso, por pasión, pero no nos ponemos a reflexionar. Por ejemplo, cuando uno contesta mal, cuando uno dice un insulto. Si se pone a pensarlo en frío no lo haría, pero como uno está en el fragor de la discusión levanta la voz, grita, insulta, dice cosas feas que lastiman el corazón del otro. Pues la inteligencia lo primero que va a hacer es ubicarnos dónde estamos y cómo son las cosas. Esta es la primera misión del Espíritu Santo: vernos tal como somos y no como sentimos. A veces nos sentimos muy ofendidos por algo, pero cuando nos damos cuenta, cuando pasa el tiempo, decimos: «La verdad que no era para hacer tanto lío».
El Espíritu Santo nos pone en el lugar adecuado
Lo segundo que nos hace dar cuenta es si la reacción que estamos teniendo es una reacción proporcionada o desproporcionada. Supongamos que alguien se pelea conmigo y yo saco un cañón y le disparó la casa con un cañón. ¿Es una respuesta proporcionada a la ofensa que me pudo haber hecho? No. A veces le disparamos a la gente con cañón, a veces nuestras reacciones son reacciones locas. Bastaría como en una película poder salirse de uno mismo y mirarse de costado y decir: «¡Qué ridículo! ¡Mirá como estoy gritando, mirá qué papelón estoy haciendo! Parezco un loco». Entonces el Espíritu Santo obra poniéndonos en el lugar, el Espíritu Santo obra dándonos una idea de lo proporcionado o desproporcionado que nuestra reacción.
El Espíritu Santo nos mueve al arrepentimiento
Tercero: mueve la voluntad, mueve al arrepentimiento. El Espíritu Santo dentro nuestro nos dice que comparando esto que veo de mí mismo con esto que tendría que ser lo que Jesús espera de mí, me doy cuenta que estoy haciendo las cosas mal. Esto es el arrepentimiento. Y así es como obra el Espíritu Santo dentro mío: mueve al arrepentimiento.
La conversión, fruto de la acción del Espíritu Santo
Y esto es lo cuarto que hace el Espíritu Santo: nos va a llevar a la conversión. Me doy cuenta de las cosas, me doy cuenta de que este no es el camino, comparo lo que tengo que hacer con lo que ellos esperan de mí y trato de cambiar lo que venía haciendo en algo distinto, más parecido a lo que Dios espera de mí.
Dios es un Padre misericordioso
Lo quinto es sin duda, así como trabaja nosotros, también nos hace llegar desde el Padre misericordioso la experiencia del perdón. Si yo me arrepentí, si yo propongo no volver a hacerlo, si yo trato de convertir mi corazón, inmediatamente con el alivio de la culpa sabiendo que soy perdonado viene también la presencia de Dios. Y esa presencia en la presencia del Espíritu Santo que trae como consecuencia del arrepentimiento y el cambio de vida: paz y alegría.
El Espírito Santo actúa en nuestro corazón
Todo esto sucede si uno acepta que el Espíritu Santo obre en el propio corazón. La blasfemia contra el Espíritu Santo, lo que no puede ser perdonado, es no dejar que el Espíritu Santo mueva estos engranajes internos dentro de uno mismo. ¿Por qué no lo puedo perdonar? Porque no hay arrepentimiento. Y Dios aun queriéndolo hacer no fuerza la libertad de las personas. Dios perdona a aquél que quiere ser perdonado. Blasfemar contra el Espíritu Santo es pensar que el Espíritu Santo o no puede o no quiere o no me interesa si me perdona o no me perdona. Pidámosle al Señor estar lejos de ese pecado, confiar siempre en la misericordia de Dios que nos ama y nos perdona, que está siempre dispuesto a salir al encuentro de la persona para buscar siempre lo que es mejor. No importa si es pecador, pero sí que esté arrepentida.
DIOS PERDONA A AQUÉL QUE QUIERE SER PERDONADO.