ES MÁS FÁCIL NEGAR A DIOS QUE CAMBIAR DE VIDA.
Por Rubén Revello.
¿Qué es la idolatría?
La idolatría es darles a las cosas el lugar de Dios. Y esto, ¿por qué es así? Es así por lo siguiente: Dios nos creó para sí mismo. Entonces puso dentro nuestro como una búsqueda, un deseo, una inquietud por lo eterno, por lo absoluto. De manera que en nosotros hay una chispa que ama absolutamente. Y Dios esto lo hizo como reaseguro para que no nos desviemos, para que, viendo las bellezas de la creación, sin embargo, busquemos el absoluto en Dios. Pero ¿qué pasó? Pasó que elegimos, en vez de lo absoluto de Dios, elegimos amar absolutamente las cosas creadas. Y cuando uno ama como si fuese Dios lo que no es Dios cae necesariamente en la idolatría y en la esclavitud de la idolatría.
Esclavitudes de hoy
¿Cuáles son las esclavitudes actuales? Y miren todos los vicios. Los psicólogos saben muy bien las patologías que generan, por ejemplo, la adicción a la pornografía, o la adicción a la droga, o al alcohol, o la hibris, la adicción al poder. Y esto no crean que es cosa de jóvenes, como me decía una señora muy viejita: «No padre, ¿qué pecado voy a tener yo, que ya soy tan grande?» Como si los pecados fuesen solamente los ‘pecados de juventud’. La soberbia. Me acuerdo una vez una señora: el bingo. La viejita, una señora muy mayor, cobraba la jubilación y se iba al bingo. Y uno decía: «pero esta mujer, 80 años, esclava del bingo».
Negar a Dios antes que cambiar de vida
Y algunas que son nobles. Por ejemplo, es noble amar el propio trabajo, pero no idolatrar el propio trabajo. Es noble amar a la familia, pero no esclavizarse con la familia. Hay gente que busca de tal manera esa chispa de absoluto, la vuelca en las cosas creadas, que aun cuando las cosas creadas puedan ser buenas en sí mismas, lo terminan esclavizando. Esas madres que aman a sus hijos y que no los dejan crecer porque son sobre protectoras, o padres sobreprotectores. O al revés, una de las peores esclavitudes: la del egoísmo. Personas que sólo se rinden culto a sí mismos. No hay Dios, no hay persona. Sólo valgo yo. Esas personas no quieren escuchar la llamada de Dios, o de Cristo, que los llama a convertir su corazón a Dios. Y por eso siempre se vuelve a rechazar. Es más fácil negar a Dios que cambiar de vida.
Jesús nos llama para que despertemos
La idolatría es una gran niebla que nos desdibuja la realidad, y nos hace pensar que lo que estamos haciendo tiene muchísimo sentido, y que la fe en Cristo es un absurdo. Ese es el triunfo de la idolatría, pero ese es el gran fracaso humano. Hoy, Jesús nos llama: «bueno, a ver, de nuevo, sacudan el alma, sacudan el corazón, despiértense. Miren dónde están y qué quieren hacer». Escuchemos la voz de Dios.