Jaime Septién sobre México: dirigentes masones y pueblo católico
Aquí tendría una larguísima historia de mi país, el segundo país con mayor número de católicos después de Brasil y el país con mayor número de políticos anticatólicos del mundo. En el primer viaje apostólico que realizó el papa san Juan Pablo II a México en enero de 1979, fue recibido como Jefe de Estado, no fue recibido como Papa, no vaya a ser que se confundiera el asunto y los amigos masones del presidente le dijeran cosas raras. Cuando San Juan Pablo II bajó de la escalerilla del avión, lo primero que le dijo el presidente de México fue: «Llega usted a un país realmente esquizofrénico donde todo el gobierno es masón y todo el pueblo es católico». Ese fue el bautizo para San Juan Pablo II de llegar a México.
Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público de 1992
En realidad la cristianofobia, la catolicifobia, o como se la pueda llamar, la fobia a los católicos, en México data de 1857. Porque hasta 1992, no estamos hablando de hace mucho tiempo, hace 25 años, el 95 % de la población mexicana que se declaraba en aquel entonces católica, simplemente no existía.
Porque en 1992 tenemos nuestra primera ley que se llama de ‘Asociaciones Religiosas y Culto Público‘. El artículo 130 constitucional daba, por primera ocasión en el siglo XX y desde el siglo XIX, personalidad jurídica a las iglesias, a los ministros de culto y por lo tanto a los propios católicos, y a la libertad religiosa le otorgaba gozosamente, galanamente el derecho a existir. Es decir, le daba un derecho, desde luego condicionado y desde luego mediatizado, a los católicos para hacer esas cosas tan curiosas que hacen los católicos como peregrinaciones, como asistencia a Misa, como grandes demostraciones de culto público, digamos Adoraciones Eucarísticas… Todo ese asunto folclórico que veía el gobierno de nuestro país, de mi país, con respecto a los católicos.
Fíjense ustedes, antes de 1992 el departamento que regulaba las acciones de los sacerdotes era un departamento que era «ministros de culto y explosivos», es decir, tanto a los ministros de culto como a los explosivos los metía en la misma situación. Algunos tendrían la posibilidad de estar en el mismo departamento, pero en realidad era una manera muy mexicana de burlarse de la religión y de burlarse de los católicos.
Persecución de bajo perfil
Entonces hasta 1992 nosotros tenemos una ley reglamentaria. Algo que reglamenta nuestra posibilidad de ejercer la libertad religiosa. Y si a esto no le llamamos persecución yo no entiendo exactamente a qué se le puede llamar también persecución, de bajo perfil pero persecución al fin y al cabo. Claro, no es lo mimo esto que Cuba. No es exactamente lo mismo, pero finalmente era y sigue siendo en México como una declaración de que el catolicismo es una debilidad, es una forma de ser débil, es una forma de buscar un refugio en algo que de entrada está descalificado por la razón, por las fuerzas de la razón y algo que curiosamente es un peligro para la estabilidad del Estado Mexicano.
La Cristiada
Y aquí nosotros tenemos que recordar que de 1926 a 1929 hubo una guerra, una guerra en México que el historiador francés afincado ya en México y ya nacionalizado mexicano, Jean Meyer, la llamó ‘La Cristiada’. Así como ‘La Ilíada’ fue una epopeya griega, él le puso a esta guerra, de los cristeros, es decir, del pueblo fiel que se levantó en armas para defender la libertad religiosa, cosa que no había sucedido jamás en la historia de nuestro país, ni en la historia del mundo.
Porque no querían derrocar a un régimen, lo que querían hacer era, justamente darle la posibilidad a la gente, a su gente de ir a Misa, de recibir la comunión, de bautizar a sus hijos, de celebrar los 15 años, que en México las quinceañeras son celebradas siempre popularmente. Es decir, hubo una guerra que causó 250.000 muertos, una guerra muy cruenta por la libertad religiosa.
Memoria de los caídos por la libertad religiosa
Y eso el pueblo todavía lo recuerda y el gobierno también lo recuerda, de tal suerte que existe la imposibilidad todavía de darle una salida a ese encuentro entre un gobierno que promueve la libertad religiosa y un pueblo que no olvida que por la libertad religiosa muchos de los suyos cayeron. En México estamos siempre en presencia de ese fantasma mediante el cual las personas todavía, los mexicanos todavía, no alcanzamos a entender el concepto clave de libertad religiosa.
Pero por el otro lado, el Estado Mexicano no obstante la ley, todavía no alcanza a darle una salida positiva a esta integralidad de la persona humana. Y yo creo, y con esto termino, que con esta imposibilidad y este desencuentro en México, tenemos un ambiente todavía de violencia en nuestro país que por desgracia se exporta a muchos otros países del mundo, muchos otros países cercanos a nosotros y que imposibilita la vivencia completa de la libertad religiosa en el segundo país con mayor número de católicos del mundo.