Familias cristianas de Tierra Santa se encuentran en la ruina por falta de peregrinos, dado que en este año por la pandemia de coronavirus peligra su oficio y mantenimiento después de casi un año de restricciones. La agencia EFE, en una crónica de Joan Mas Autonell, muestra la difícil situación que atraviesan las empresas familiares que trabajan la madera de olivo, casi todas cristianas de lengua árabe de la ciudad de Belén y sus alrededores.
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Firas Hawwash, que heredó de su abuelo el tallado de figuras religiosas con madera de olivo, tuvo que gastar sus ahorros y prescindir de casi todos sus empleados tras meses sin ventas. Todavía continúa haciendo imágenes a la espera que puedan volver los peregrinos. «No sé trabajar en nada más», explicó Hawwash, que esculpe cruces, figuras de Jesús o la Virgen María, personajes del Pesebre o escenografías que representan la Última Cena o la Crucifixión con una maquinilla eléctrica que modela ramas o troncos de olivo. El trabajo artesano de algunas piezas —de imágenes grandes— se puede vender por cientos o miles de dólares.
Actualmente cerraron casi todos los talleres. El sector artesano de Beit Sahur, el más destacado de la provincia de Belén, alberga cientos de talleres y fábricas de madera de olivo. Estos negocios familiares y pequeños antes del COVID-19 empleaban a más de 2.000 trabajadores en el tejido industrial local. Joseph Kasis, comercial de fábricas de recuerdos e imágenes religiosas, explicó que el 90 % de talleres cerró, al menos de manera temporal, y pocos artesanos continúan trabajando. Indicó el 70% de la población de la Gobernación vivía del turismo o ámbitos relacionados, puesto que era el principal motor económico de la región.
Afirmó que Beit Sahur fue reconocida en 2020 como Ciudad Artesanal Mundial por el Consejo Mundial de Artesanía, afiliado a la UNESCO. «No pudo sacar provecho de ello por el virus», lamentó Kasis. Por otro lado, algunos intentan vender por internet, como es el caso de los hermanos Majed e Ibrahim Odeh, que pese a que redujeron la producción, siguen esculpiendo distintas piezas de olivo, las almacenan a la espera de compradores y buscan clientes directos por redes sociales o su página. Odeh enfatizó que por ahora la venta en internet ofrece sólo pequeños beneficios y que esperan poder resistir hasta que los peregrinos regresen.
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