El cardenal y arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, reflexionó que «la vida consagrada tiene un rol preeminente como escuela y modelo de fraternidad», en su carta por la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que se celebra el martes 2 de febrero y que este año tiene como lema ‘La vida consagrada: parábola de fraternidad en un mundo herido’.
«En esta propuesta de Iglesia en salida, la vida consagrada tiene un rol preeminente como escuela y modelo de fraternidad. Las comunidades de vida consagrada nos muestran cómo el Espíritu Santo puede hacer posible la comunión y la fraternidad entre personas diferentes», reflexionó el prelado. El presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) indicó que después de casi un año con el coronavirus entre nosotros, la Iglesia siguió creciendo «en la colaboración, en el entendimiento y en el diálogo».
El cardenal Omella destacó en su mensaje a todos los hermanos la vida consagrada que trabajan en el ámbito sanitario y en las residencias de ancianos; así como de todos los religiosos que «dedican muchas horas de oración y de servicio pastoral a acompañar a personas en el encuentro con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo». Aseguró que los consagrados hacen que «el hospital, la cárcel, la escuela, la residencia de ancianos, la universidad, el monasterio… el templo donde presentar a tantas personas a Dios, y las ayudan a descubrir su condición de hijos de Dios».
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