Por Juan María Gallardo. Cuentos para reflexionar y orar: Historia del tenedor
Historia del tenedor
A una buena mujer le diagnosticaron una enfermedad incurable. Los médicos le dieron tres meses de vida. Decidió poner algunas de sus cosas «en orden».
Como dije, se trataba de una buena mujer: una católica practicante, piadosa y generosa. Contactó con su director espiritual para comunicarle algunos aspectos de su última voluntad. Después de hacer una Confesión general, recibir la Santa Unción y el Viático, le comentó qué canciones quería que se cantaran en su misa y qué lecturas podían hacerse. La mujer también solicitó ser enterrada con su crucifijo.
Estaba todo organizado. El sacerdote comenzó a despedirse; estaba partiendo cuando la mujer recordó algo importante.
– «Padre, ¡hay algo más!»
– «¿De qué se trata?», preguntó el sacerdote.
– «Esto lo considero MUY IMPORTANTE», continuó la mujer. «Quiero ser enterrada con un tenedor en mi mano derecha».
El sacerdote se quedó totalmente desconcertado. Y la miró, sin saber exactamente qué decir.
– «Lo sorprende, ¿no?», preguntó la mujer.
– «Bueno, para serle sincero…, estoy bastante intrigado», dijo el sacerdote.
– La mujer le explicó: «En todos estos años que he asistido a un montón eventos sociales y cenas de compromiso. Cuando retiraban los platos, siempre pensaba: ‘Prepará tu tenedor’. Era mi momento predilecto; sabía que lo mejor estaba por venir. Quiero que la gente me vea dentro del ataúd con un tenedor en la mano y quiero que se pregunten ¿!!!Por qué el tenedor!!!? Después, me gustaría que Ud. les diga: ‘Se quedó con el tenedor porque… lo mejor… ¡está por venir!'».
Los ojos del sacerdote se llenaron de lágrimas mientras se despedía. Sabía que sería una de las últimas veces que la vería antes de su muerte. Sabía también que ella una fe enorme en el Cielo.
Y así fue. En el funeral la gente pasaba por el ataúd, veían el tenedor en su mano derecha y preguntaban: «¿Por qué el tenedor?». «Ya les contaré», respondía el sacerdote.
Durante la homilía les contó aquella conversación que había tenido poco tiempo antes de su muerte. También les habló acerca del tenedor y de lo que simbolizaba. El sacerdote también les dijo cómo tampoco él podía dejar de pensar en el tenedor: «Seguramente a ustedes les pasará lo mismo. Por eso, cuando tengan el tenedor en la mano recuerden: ¡lo mejor está aún por venir!».